Cada vez que termino con la lectura de un libro, suelo quedarme en el mismo lugar, reflexionando, intentando recopilar toda la información que el libro me ha aportado, lo que generalmente suele ser imposible, por lo que me limito a asumir esas ideas a las que más importancia les he dado durante el tiempo en el que ha transcurrido la lectura, y a intentar asimilar las lecciones que se pueden extraer de cada uno de los libros. En el caso de El Quijote, lo primero que pensé fue: “ya está, te has ventilado El Quijote. Te ha llevado dos meses pero lo has conseguido.” La “longitud” del libr...