Don Quijote de la Mancha. Texto libre

inondik_inora 1456147874093 Inondik inora | 2008-06-01 20:52

Cada vez que termino con la lectura de un libro, suelo quedarme en el mismo lugar, reflexionando, intentando recopilar toda la información que el libro me ha aportado, lo que generalmente suele ser imposible, por lo que me limito a asumir esas ideas a las que más importancia les he dado durante el tiempo en el que ha transcurrido la lectura, y a intentar asimilar las lecciones que se pueden extraer de cada uno de los libros.

En el caso de El Quijote, lo primero que pensé fue: “ya está, te has ventilado El Quijote. Te ha llevado dos meses pero lo has conseguido.” La “longitud” del libro y el hecho de ser un clásico seguramente sean las causas de este primer pensamiento. Después ya vino la valoración, indispensable en mi opinión: “Bueno, no ha sido tan aburrido y espeso como esperaba, incluso diría que ha sido entretenido.” Desde luego, no esperaba que se me hiciera tan ameno, y es que si la gente tiene miedo a una cierta clase de libros, sean lectores o no, es a los clásicos: conocidos por todo el mundo y odiados por la gran mayoría.


Quijote sobre libro

Dejando a un lado el tema de los clásicos, en el poco tiempo que ha transcurrido desde que “liquidé” a El Quijote hasta hoy, he ido descubriendo el valor de la obra y la capacidad de Cervantes de plasmar tantos aspectos diferentes del ser humano en un puñado de personajes. En este breve espacio temporal he vivido más de un suceso que me ha hecho imaginarme a Don Quijote o a Sancho Panza en la misma situación, caballo y asno incluidos.

Y es que los valores que Cervantes plasmó en El Quijote siguen vigentes hoy en día, bajo una capa de modernidad, progreso y civilización, y si han perdurado durante cuatrocientos años, probablemente aguanten de ahora en adelante.


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