Queriendo resolver de golpe y porrazo el problema de mi vida y asegurarme la felicidad, decidieron casarme... ¿Con quién? Con una zagalona, más alta que yo en media vara, llamada Facunda, hija de un pariente de mi cuñado Zubiri, y heredera de cuatro caseríos de valor, según dijeron, situados en la risueña vega que fertiliza el río Durango. La que me destinaban para compañera de mi existencia en todo lo que esta me durase, era... Dejadme tomar resuello, que esto es muy grave. Era una muchachona desgarbada, más sosa que las calabazas que a mi parecer crecen a la puerta del Limb...