Hoy tengo veinticinco años.   Mi juventud se va con mis mejores deseos. La quiero, la veo marchar sin una rozadura,               sin reproches espero a que esté lejos para llorar su falta. Nunca sabrá nada de mí. Cambiaré de amistades, de lugares,        frecuentaré otros sitios                    donde todo sea nuevo y ella no pueda decirme te quiero nunca más y yo nunca más pueda dejar de obedecerla. Me esperan hombres que saben decir no, mujeres que saben programar sus vacaciones y soy feliz,                                  el futuro se descubre ante mí                       lleno d...