El tren es social; el TAV sinónimo de derroche
Artículo de opinión de Javier Castejón Iriarte, en Gara.
La semana pasada Ana Pastor, Ministra de Fomento (y del cemento) anunciaba la supresión de líneas de tren de media distancia por no ser rentables ni económica ni socialmente, según sus palabras.
Si la Ministra fuese consecuente con lo que dice, hace años que muchas líneas de alta velocidad de la Península (con sus pomposas estaciones) deberían estar cerradas, puesto que su demanda social y su rentabilidad socioeconómica es mínima. Si Ana Pastor fuese coherente con lo que predica, el corredor navarro de alta velocidad no se hubiese aprobado. Si esta señora se hubiese leído el Informe de la Fundación Sustrai sobre Rentabilidad Socioeconómica del TAV en Navarra, sabría que según indican los profesores universitarios David Hoyos, Roberto Bermejo y Alejo Etchart, el TAV es sinónimo de derroche, déficit y deuda.
El TAV, destinado en gran medida a ejecutivos, banqueros y políticos, solamente responde a motivaciones políticas e intereses económicos ajenos a la mayoría de la población navarra. Qué casualidad que cuando desde el Gobierno se asume que existe un gran déficit económico debido a la irracional política en materia de infraestructuras, el consiguiente tijeretazo vaya a recaer en un servicio tan básico como es el tren convencional, sin olvidar las pérdidas de empleos en el sector ferroviario que conlleva. En la práctica, la Ministra del PP, lo que pretende con esta medida es asestar un hachazo más en un servicio esencial como es el transporte ferroviario, que dentro de unos años pasará a ser privatizado casi en su totalidad.
Hace unas décadas el tren tenía un componente de servicio público y un marcado carácter social. El tren paraba en los pueblos y transportaba a los currelas, vecinos, amas de casa, jubilados y estudiantes a sus destinos habituales. Hoy día con el progresivo cierre de líneas regionales, esta función se deja de lado, obligando irremediablemente a la población a coger el tren de alta velocidad, cuyo billete es el doble de caro y su frecuencia de paso menor. Por cierto el TAV no para ni en los pueblos ni en las comarcas, así que los vecinos de muchas poblaciones navarras solamente lo van a ver pasar. Como las vacas al tren.
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