En alguna parte ahí detrás (saiakera)
El autor de
este ensayo, titulado ‘el arte de la novela’, trata de dar respuesta, en
el quinto capítulo de la misma, en alguna parte ahí detrás, a la
siguiente pregunta: ¿qué es lo kafkiano?. Para introducirnos en el tema
comienza la reflexión con una corta historia, real, que cuenta cómo un
ingeniero praguense es acusado de un grave delito que no ha cometido. El
problema, sin embargo, no es solucionado por nadie en el sistema totalitario en
el que vive, por lo que se ve obligado a abandonar el país, cometiendo
precisamente el delito del que se le había acusado sin razón alguna. Kundera
nos adelanta que se trata de una de esas situaciones que “sin vacilación
deben llamarse kafkianas”, dando así paso a una ordenada y sencilla
respuesta con motivo de la pregunta anteriormente planteada.
Todo lo
que podemos calificar como kafkiano, se constituye principalmente de cuatro
características fundamentales, y así, de una manera organizada, nos va
explicando el autor el significado.
Una de
esas características es la presencia de la institución y la burocracia. Tanto
en la historia que él nos cuenta como en las novelas de Kafka, los
protagonistas se ven sumidos en un laberinto sin fin, como bien nos hacían
llegar aquellos simpáticos tebeos de Axterix y Obelix en una de sus historias.
Sin saber a quién acudir, y siguiendo una línea interminable llena de mecánicos
procedimientos carentes de sentido, la persona que se ve en ésta situación no
comprende nada, todo se vuelve borroso y absurdo.
Otro de los
aspectos fundamentales de una historia o situación kafkiana, es la asunción del
error cometido por la administración, porque de hecho, ese error tarda
increíblemente poco en pasar a ser una realidad, de manera que cambian las
tornas, convirtiéndose entonces la propia existencia del personaje, en el único
error. Kundera compara esto con las aún actuales ideas platónicas: las ideas
son la única realidad posible, por lo tanto, concluiríamos que el mundo en el
que vivimos no es sino una mentira. Somos nosotros los que nos vemos obligados
a adaptarnos al sistema ideológico, y en caso de que esa adaptación no se
produzca, se nos excluye completamente de ese sistema. En todos los sistemas,
totalitarios o no, siempre hay ciertas ideologías que se sacralizan, hasta el
punto de no poder apenas nombrarlas. Así apunta Kundera hacia la teología,
haciendo una analogía entre el sistema y Dios, tesis que Kertész apoya
asegurando que el sistema totalitario actúa como Dios en algunas religiones, de
manera que tanto el servil ciudadano como el creyente viven con la duda de si
serán bendecidos con ‘la gracia’. Como sentenció George Orwell en su libro 1984,
“el que controla el pasado, controla el presente”, es decir, que en un
sistema totalitario nadie más que el Estado puede determinar lo que es falso, y
lo que es real.
El castigo
busca la falta. Ésta afirmación aparentemente absurda es también un factor
condicionante de los relatos kafkianos. A priori no parece tener ninguna
lógica, partiendo de la base de que el castigo debería ser, siguiendo al
sentido común, consecuencia directa de la falta. Sin embargo, no es así como ocurre hoy en día, pues esta idea está instaurada en nuestra sociedad como
herencia del sentimiento de culpa carente de base del cristianismo. Lo increíble
es que finalmente, como el propio Kundera escribe en este texto, el castigo
acaba encontrando la falta. Esta actitud puede dejarnos harto extrañados, no
obstante, nos es completamente necesaria, porque lo que hacemos es darle
coherencia a una situación que carece de ella, necesitamos una explicación para
lo ocurrido.
Para
concluir con las cuatro características, Kundera señala a lo horrible de lo
cómico. ¿Cómo deberíamos entender esto? Como él mismo nos explica, no se trata
de un humor cuyo objetivo es quitarle hierro al drama, no tiene nada que ver
con eso. Digamos que se trata de un humor más elemental, más primitivo si se le
puede llamar así. Ciertamente nos reímos de la desesperación y la angustia
ajenas, es el humor que está presente cuando vemos programas en los que se nos
muestran caídas de diferentes personas, y nosotros no paramos de reír. Sin
embargo, no sentiríamos ni un atisbo de ganas de reír si fuéramos nosotros los
que se viesen inmiscuidos en esas situaciones, por el contrario, acabaríamos enfadados,
deprimidos y angustiados, nos resultaría francamente difícil dibujar siquiera
una leve sonrisa. Quizá por eso, los personajes de estas historias nos inspiren
cierta pena, compasión.
Hemos
resumido ya lo que Kundera entiende como algo kafkiano, pero, ¿qué es lo que
hay ahí detrás? ¿y qué quiere decir el autor con ‘ahí detrás’? Sin ganas de
dejar ningún cabo suelto, esto también nos lo explica el escritor.
Aunque “hay
periodos en la historia moderna en los que la vida se asemeja a las novelas de Kafka”,
el autor checo no fue en absoluto un visionario y sus imágenes no son, para
nada, “una anticipación de la sociedad totalitaria”. De hecho, según
afirma Kundera en este fragmento de su ensayo, lo kafkiano ni siquiera es una
noción sociológica o politilógica, no podría serlo, dado que Kafka no tuvo
importantes intereses y/o compromiso políticos. “Los mecanismos psicológicos
que funcionan en el interior de los grandes acontecimientos históricos son los
mismos que los que rigen las situaciones familiares”, son sencillamente los
mecanismo psicológicos que condicionan al ser humano en sociedad[1].
Kafka conocía bien el “intimo <<totalitarismo>>” y “la
consiguiente despersonalización” que se daba entonces dentro del seno
familiar, donde lo ejemplar era, incluso sigue siendo, el ideal de la familia
sin secretos, “¡No la maldición de la soledad, sino la soledad violada, esta
es la obsesión de Kafka!” nos dice Kundera. Según el ensayista checo “lo
kafkiano representa una posibilidad elemental del hombre y de su mundo,
posibilidad históricamente no determinada, que acompaña al hombre casi
eternamente.” Precisamente porque somos seres de posibilidades, como nos
recordaba el propio Heidegger, pudo ver Kafka lo que había ahí detrás,
describió mundos posibles extrapolando a ámbitos más sociales las situaciones
que no solo conocía, sino que también sufría.
Para Kundera, Kafka es un gran poeta. Precisamente porque
supo ver lo que ya estaba ahí pero nadie había visto antes, precisamente porque
no se comprometió con una verdad, de manera que pudo defender la suya propia “el
enorme alcance social, político, <<profético>> de las novelas de
Kafka reside precisamente en su <<no-compromiso>>, es decir, en su
autonomía total con respecto a todos los programas políticos, conceptos
ideológicos, prognosis futurológicas”. Precisamente porque nada inventó,
pues si lo hubiera hacho no habría tenido que ver con el ser humano, y por lo
tanto no habría sido interesante. Por todo esto califica Kundera a Kafka de
gran poeta, y yo, también.
“Si estimo tanto y tan apasionadamente la herencia de
Kafka, si la defiendo como si de mi propia herencia se tratara, no es porque
crea útil imitar lo inimitable, sino por ese formidable ejemplo de autonomía
radical de la novela. Gracias a ella Franz Kafka dijo sobre nuestra condición
humana lo que ninguna reflexión sociológica o politológica podrá decir jamás”
M. Kundera. El arte de la novela (Quinta parte.
En alguna parte ahí detrás).
[1] Esto
también lo podemos ver en Kertész, más concretamente en el libro Kaddish por
el hijo no nacido, que compara el totalitarismo de un padre con el del
Estado, y cuya negativa a tener descendencia no se debe principalmente al miedo
a que su hijo sufriera lo mismo que el sufrió, sino a que él mismo pueda
ejercer ese poder indiscutible sobre otro ser humano, al igual que hicieron con
el los dos totalitarismos vividos.
Iruzkinak
balaklaba 2008-01-10 14:09 #1
<FONT face=Verdana,Italic size=2>
<P align=left><EM>"En alguna parte ahí detrás"</EM></FONT><EM><FONT face=Verdana,Italic size=1> </FONT><FONT face=Verdana,Italic size=2>es el resumen de mis reflexiones sobre las novelas de Kafka.</FONT></EM></P><FONT face=Verdana,Italic size=2><FONT face=Courier size=2>
<P align=left>Conferencia leída en Ciudad de México en 1979. </P>
<P align=left>Zerbaitekin ados ez banago umorearen kontuarekin. Hemen dio:</P>
<P align=left>"Digamos que se trata de un humor más elemental, más primitivo si se le puede llamar así. Ciertamente nos reímos de la desesperación y la angustia ajenas, es el humor que está presente cuando vemos programas en los que se nos muestran caídas de diferentes personas, y nosotros no paramos de reír." Horrekin ere batzuek barre egingo dute baina hala ere, nik irakurri diodan nobela bakarrean (Prozesuan), angustia, sufrimendu eta desesperazio "elementalki barregarri" horren erdian, badago idazleak boluntarioki aktibatutako umore karga "ez elemental" eta potente bat, sekulako barrealgarak eginarazten zizkidana. Diotenez, Kafkak sekulako umore ona zuen. </P></FONT></FONT>
Sugoi 2008-01-10 15:14 #2
Egia da hori bai. Baina umore hori nire ustez jende gehienak ez luke izango Kafkak deskribatzen dituen egoeretan egonda. Kafka berezi xamarra zen, zentzu onean noski. <br>
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