En alguna parte ahí detrás (saiakera)

amets 1456130739544 ametsen atzetik nabil hegan | 2008-01-09 21:26
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El autor de este ensayo, titulado ‘el arte de la novela’, trata de dar respuesta, en el quinto capítulo de la misma, en alguna parte ahí detrás, a la siguiente pregunta: ¿qué es lo kafkiano?. Para introducirnos en el tema comienza la reflexión con una corta historia, real, que cuenta cómo un ingeniero praguense es acusado de un grave delito que no ha cometido. El problema, sin embargo, no es solucionado por nadie en el sistema totalitario en el que vive, por lo que se ve obligado a abandonar el país, cometiendo precisamente el delito del que se le había acusado sin razón alguna. Kundera nos adelanta que se trata de una de esas situaciones que “sin vacilación deben llamarse kafkianas”, dando así paso a una ordenada y sencilla respuesta con motivo de la pregunta anteriormente planteada.

Todo lo que podemos calificar como kafkiano, se constituye principalmente de cuatro características fundamentales, y así, de una manera organizada, nos va explicando el autor el significado.

Una de esas características es la presencia de la institución y la burocracia. Tanto en la historia que él nos cuenta como en las novelas de Kafka, los protagonistas se ven sumidos en un laberinto sin fin, como bien nos hacían llegar aquellos simpáticos tebeos de Axterix y Obelix en una de sus historias. Sin saber a quién acudir, y siguiendo una línea interminable llena de mecánicos procedimientos carentes de sentido, la persona que se ve en ésta situación no comprende nada, todo se vuelve borroso y absurdo.

Otro de los aspectos fundamentales de una historia o situación kafkiana, es la asunción del error cometido por la administración, porque de hecho, ese error tarda increíblemente poco en pasar a ser una realidad, de manera que cambian las tornas, convirtiéndose entonces la propia existencia del personaje, en el único error. Kundera compara esto con las aún actuales ideas platónicas: las ideas son la única realidad posible, por lo tanto, concluiríamos que el mundo en el que vivimos no es sino una mentira. Somos nosotros los que nos vemos obligados a adaptarnos al sistema ideológico, y en caso de que esa adaptación no se produzca, se nos excluye completamente de ese sistema. En todos los sistemas, totalitarios o no, siempre hay ciertas ideologías que se sacralizan, hasta el punto de no poder apenas nombrarlas. Así apunta Kundera hacia la teología, haciendo una analogía entre el sistema y Dios, tesis que Kertész apoya asegurando que el sistema totalitario actúa como Dios en algunas religiones, de manera que tanto el servil ciudadano como el creyente viven con la duda de si serán bendecidos con ‘la gracia’. Como sentenció George Orwell en su libro 1984, “el que controla el pasado, controla el presente”, es decir, que en un sistema totalitario nadie más que el Estado puede determinar lo que es falso, y lo que es real.

El castigo busca la falta. Ésta afirmación aparentemente absurda es también un factor condicionante de los relatos kafkianos. A priori no parece tener ninguna lógica, partiendo de la base de que el castigo debería ser, siguiendo al sentido común, consecuencia directa de la falta. Sin embargo, no es así como ocurre hoy en día, pues esta idea está instaurada en nuestra sociedad como herencia del sentimiento de culpa carente de base del cristianismo. Lo increíble es que finalmente, como el propio Kundera escribe en este texto, el castigo acaba encontrando la falta. Esta actitud puede dejarnos harto extrañados, no obstante, nos es completamente necesaria, porque lo que hacemos es darle coherencia a una situación que carece de ella, necesitamos una explicación para lo ocurrido.

Para concluir con las cuatro características, Kundera señala a lo horrible de lo cómico. ¿Cómo deberíamos entender esto? Como él mismo nos explica, no se trata de un humor cuyo objetivo es quitarle hierro al drama, no tiene nada que ver con eso. Digamos que se trata de un humor más elemental, más primitivo si se le puede llamar así. Ciertamente nos reímos de la desesperación y la angustia ajenas, es el humor que está presente cuando vemos programas en los que se nos muestran caídas de diferentes personas, y nosotros no paramos de reír. Sin embargo, no sentiríamos ni un atisbo de ganas de reír si fuéramos nosotros los que se viesen inmiscuidos en esas situaciones, por el contrario, acabaríamos enfadados, deprimidos y angustiados, nos resultaría francamente difícil dibujar siquiera una leve sonrisa. Quizá por eso, los personajes de estas historias nos inspiren cierta pena, compasión.

Hemos resumido ya lo que Kundera entiende como algo kafkiano, pero, ¿qué es lo que hay ahí detrás? ¿y qué quiere decir el autor con ‘ahí detrás’? Sin ganas de dejar ningún cabo suelto, esto también nos lo explica el escritor.

Aunque “hay periodos en la historia moderna en los que la vida se asemeja a las novelas de Kafka”, el autor checo no fue en absoluto un visionario y sus imágenes no son, para nada, “una anticipación de la sociedad totalitaria”. De hecho, según afirma Kundera en este fragmento de su ensayo, lo kafkiano ni siquiera es una noción sociológica o politilógica, no podría serlo, dado que Kafka no tuvo importantes intereses y/o compromiso políticos. “Los mecanismos psicológicos que funcionan en el interior de los grandes acontecimientos históricos son los mismos que los que rigen las situaciones familiares”, son sencillamente los mecanismo psicológicos que condicionan al ser humano en sociedad[1]. Kafka conocía bien el “intimo <<totalitarismo>>” y “la consiguiente despersonalización” que se daba entonces dentro del seno familiar, donde lo ejemplar era, incluso sigue siendo, el ideal de la familia sin secretos, “¡No la maldición de la soledad, sino la soledad violada, esta es la obsesión de Kafka!” nos dice Kundera. Según el ensayista checo “lo kafkiano representa una posibilidad elemental del hombre y de su mundo, posibilidad históricamente no determinada, que acompaña al hombre casi eternamente.” Precisamente porque somos seres de posibilidades, como nos recordaba el propio Heidegger, pudo ver Kafka lo que había ahí detrás, describió mundos posibles extrapolando a ámbitos más sociales las situaciones que no solo conocía, sino que también sufría.

Para Kundera, Kafka es un gran poeta. Precisamente porque supo ver lo que ya estaba ahí pero nadie había visto antes, precisamente porque no se comprometió con una verdad, de manera que pudo defender la suya propia “el enorme alcance social, político, <<profético>> de las novelas de Kafka reside precisamente en su <<no-compromiso>>, es decir, en su autonomía total con respecto a todos los programas políticos, conceptos ideológicos, prognosis futurológicas”. Precisamente porque nada inventó, pues si lo hubiera hacho no habría tenido que ver con el ser humano, y por lo tanto no habría sido interesante. Por todo esto califica Kundera a Kafka de gran poeta, y yo, también.

“Si estimo tanto y tan apasionadamente la herencia de Kafka, si la defiendo como si de mi propia herencia se tratara, no es porque crea útil imitar lo inimitable, sino por ese formidable ejemplo de autonomía radical de la novela. Gracias a ella Franz Kafka dijo sobre nuestra condición humana lo que ninguna reflexión sociológica o politológica podrá decir jamás”

M. Kundera. El arte de la novela (Quinta parte. En alguna parte ahí detrás).



[1] Esto también lo podemos ver en Kertész, más concretamente en el libro Kaddish por el hijo no nacido, que compara el totalitarismo de un padre con el del Estado, y cuya negativa a tener descendencia no se debe principalmente al miedo a que su hijo sufriera lo mismo que el sufrió, sino a que él mismo pueda ejercer ese poder indiscutible sobre otro ser humano, al igual que hicieron con el los dos totalitarismos vividos. 

balaklaba

balaklaba 2008-01-10 14:09 #1

<FONT face=Verdana,Italic size=2>
<P align=left><EM>"En alguna parte ahí detrás"</EM></FONT><EM><FONT face=Verdana,Italic size=1> </FONT><FONT face=Verdana,Italic size=2>es el resumen de mis reflexiones sobre las novelas de Kafka.</FONT></EM></P><FONT face=Verdana,Italic size=2><FONT face=Courier size=2>
<P align=left>Conferencia leída en Ciudad de México en 1979.&nbsp;</P>
<P align=left>Zerbaitekin ados ez banago umorearen kontuarekin. Hemen dio:</P>
<P align=left>"Digamos que se trata de un humor más elemental, más primitivo si se le puede llamar así. Ciertamente nos reímos de la desesperación y la angustia ajenas, es el humor que está presente cuando vemos programas en los que se nos muestran caídas de diferentes personas, y nosotros no paramos de reír."&nbsp;Horrekin ere batzuek barre egingo dute baina hala ere, nik irakurri diodan nobela bakarrean (Prozesuan), angustia, sufrimendu eta desesperazio "elementalki barregarri" horren erdian, badago idazleak boluntarioki aktibatutako umore karga &nbsp;"ez elemental" eta potente bat, sekulako barrealgarak eginarazten zizkidana. Diotenez, Kafkak sekulako umore ona&nbsp;zuen.&nbsp;</P></FONT></FONT>

Sugoi

Sugoi 2008-01-10 15:14 #2

Egia da hori bai. Baina umore hori nire ustez jende gehienak ez luke izango Kafkak deskribatzen dituen egoeretan egonda. Kafka berezi xamarra zen, zentzu onean noski. <br>


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