La corrosión del Carácter. Richard Sennett.

amets 1456130739544 ametsen atzetik nabil hegan | 2008-05-19 21:18
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En este comentario se tratará el libro de Richard Sennett, La corrosión del carácter, más concretamente, los capítulos seis y siete, 'La ética del trabajo' y 'Fracaso' respectivamente. En el primero de los capítulos Sennett hace un repaso de la historia de la administración del tiempo en lo que al trabajo se refiere, dando explicación así a la moderna ética del trabajo, la cual se basa en el equipo.

Según Hesíodo, el uso auto disciplinado del tiempo era antiguamente una necesidad, se podría decir que los campesinos, en aquella época, eran esclavos de la tierra. Más tarde Virgilio entendió esa necesidad como una virtud, virtud que consistía en “una especie de estoicismo práctico que afirmaba constantemente la necesidad de combatir la anarquía interior sin esperanzas de victoria”. Era pues, digamos, una especie de resistencia. Con el renacimiento llega la idea del homo faber desafiando a la anterior concepción del trabajo, es decir, se plantea al hombre como hacedor de sí mismo, sin embargo, anteriormente San Agustín había dicho: “Quita las manos de ti mismo; tratas de construirte y construyes una ruina”. La idea que resume esta frase es la que más adelante cobrará fuerza con el protestantismo, se admite como “virtud someter el tiempo personal a una disciplina, pero pecado de soberbia planificar la propia experiencia”. Esto último lo podríamos identificar con el plan que Dios tiene para cada uno de nosotros antes de nacer, según el protestantismo. Esta religión reivindica la infinita postergación, es decir, lo hecho nunca es suficiente a los ojos de Dios, y por tanto, tampoco debe serlo a los de uno mismo, siempre es posible hacer más, y postergar la gratificación de forma indefinida. Nunca se recibe recompensa, porque nunca se ha realizado el suficiente merito para recibirla. Esta idea la vio reflejada Max Weber en los comienzos del capitalismo, pues este asegura, “debes posponer”, sin embargo para Weber esto no es más que un fraude, porque al igual que pasa en el protestantismo, la gratificación nunca llega.

Hoy, todo esto ha cambiado. Ahora es absurdo buscar la gratificación postergada, ya que “los empleadores solo piensan en liquidar el negocio y mudarse”. La nueva ética del trabajo se centra en el trabajo en equipo, como ya he mencionado anteriormente. Para Sennett, aunque hemos dejado la auto disciplina de lado, aunque este cambio nos ha librado de las cadenas de la postergación, no hemos mejorado en nada, pues, “el trabajo en equipo es la practica de la superficialidad degradante”. Los métodos laborales actuales se construyen sobre una base ficticia. La cooperación. Ya no hay competitividad, porque lo resultados solo pueden conseguirse con el trabajo común. No hay jefes, sino, mediadores, coordinadores... no obstante esto son puras estratagemas. La responsabilidad que antes un superior tenía respecto de sus subordinados se delega ahora en cada uno de los trabajadores que conforman el equipo, así, la persona encargada de la supervisión parece desaparecer haciendo responsables de cualquier contratiempo a todos los trabajadores que son parte del equipo. Esto provoca, además de una desorientación debida a no poder recurrir a nadie, un control mutuo entre los miembros del grupo de trabajo, la competitividad se vuelve en el control de los compañeros. Por si lo dicho anteriormente fuera poco, las protestas en contra de la empresa son menos viables ya que los empresarios consiguen convencer a los empleados de que forman parte de un equipo, de que son lo más importante para la empresa etc. De esta manera se intenta subir la autoestima de los trabajadores para mejorar su rendimiento, todos los trabajadores ponen los ojos en el objetivo del grupo, se ven capaces de hacerlo, y, no sólo rinden al máximo de su capacidad, sino que además se exigen lo mismo entre ellos para que nada falle de cara al proyecto que tengan en común. Para terminar podemos hacer también alusión al cambio. Como hemos dicho los jefes no quieren tener responsabilidad alguna, y en caso de tener que hacer algún tipo de ajuste en la empresa, se presentan como víctimas, y echan la culpa de las decisiones tomadas al cambio. El cambio parece ser el responsable de las presiones que los empleadores sufren y por lo que se ven obligados a tomar ciertas decisiones que, indudablemente, afectarán a la plantilla.

Esto es fundamentalmente de lo que habla el primer capítulo a tratar. En el séptimo capítulo de su libro Sennett escribe sobre el fracaso. Este tema lo trata de una manera más amena, nos cuenta la historia de unos trabajadores que fueron despedidos de IBM.

El fracaso es el gran tabú moderno, a todo el mundo le avergüenza admitir que ha fracasado. Hay miles de libros que nos explican lo que tenemos que hacer para triunfar, pero cuando no lo conseguimos, nadie nos dice como asumir el fracaso. Para Sennett, aprender esto es algo fundamental ya que esta a la orden del día en la vida de la clase media (el tamaño cada vez menor de la elite hace que el éxito sea más difícil de alcanzar). Al parecer definirse un profesión intrínseca puede ayudar a mitigar la sensación de errar sin rumbo, mantener la idea de una carrera aún habiendo hecho otros trabajos de diferente índole, es una manera de darle un sentido a la vida (así lo entiendo yo). Pero vayamos a lo concreto.

Sennett cuenta la historia de un grupo de trabajadores de mediana edad, que sin apenas esperarlo, fueron despedidos de IBM. La empresa había sufrido algunos cambios y había pasado de ser una gran familia con una especie de contrato social, a ser meramente una empresa más en el cambiante y flexible mercado. Antes de llegar a asumir el fracaso, los hombres despedidos pasan por tres fases. Al principio echan la culpa a la empresa, hablando de traición, incluso teniendo ideas cuasi-paranoides sobre los viajes misteriosos que su supervisor acostumbraba a hacer últimamente. Sin embargo, esa “primera versión pierde credibilidad porque los hombres conocían la situación de IBM”. En una segunda fase, empiezan a darle vueltas a la des localización de la empresa hasta llegar al punto de votar a la extrema derecha, con la idea de que lo programadores indios (contratados a menor coste por IBM) eran los culpables de su despido, nace un sentimiento xenófobo, “los extranjeros nos quitan el trabajo”. Esta versión, no obstante, tampoco es valida “por la creencia de los hombres en el progreso tecnológico y su sentido de calidad profesional”, por lo que también queda desechada. En un último momento los ex-trabajadores de IBM asumen su fracaso, asumen su responsabilidad. “Ahora la historia (...) tiene un centro sólido, 'yo'”. Es como la voluntad de poder en Nietzsche, es decir, no importa que haya pasado anteriormente, hay tomar la postura de 'un querer hacia atrás', hay que responsabilizarse de los hechos, y seguir adelante, no quedarse estancado en acusaciones a unos y a otros. No hay que buscar la culpa fuera de nosotros. Uno debe responsabilizarse de lo ocurrido, para poder así cargar con las consecuencias y cambiar la situación. Según Sennett esta es una manera de seguir la historia, de manera que si no nos estancamos, estamos escribiendo la historia de nuestra vida, no nos sentimos así a la deriva.

En este capítulo sobre el fracaso, aunque creo que esta bien enfocado en cierta manera, discrepo ligeramente. Si bien es cierto que asumir los hechos, que el 'querer hacia atrás' nos empuja a seguir adelante habiendo tomado las riendas de nuestra historia, no creo que se deba hablar de fracaso, ni que se deban olvidar las actuaciones de la empresa. Me parece absurdo hablar del fracaso. Nos consideramos fracasados cuando fallamos en algo, cuando no conseguimos nuestros objetivos, cuando nuestra vida se ve truncada por alguna desgracia, etc. Da la sensación de que el intento (el haber perseguido una meta) y el accidente (toda causa exterior a nosotros) no se valoran, creando así, en nosotros, una especie de sentimiento de culpa y de baja autoestima. Más que asimilar el fracaso, creo que debemos aprender a frustrarnos. No todo lo que queremos o esperamos es posible, por unos factores o por otros, hay veces en que no podemos alcanzar nuestros objetivos, pero eso no es fracasar, es simplemente, no poder. Por otro lado, es cierto que Nietzsche decía que hay que 'querer hacia atrás', y realmente es una buena manera de seguir adelante sin deseos de venganza (la cual suele generar problemas), sin embargo Nietzsche también asegura que no hay que olvidar los errores cometidos por otros, y por los que nos hemos visto afectados. La justicia sí es deseable (aunque sería difícil definirla), y buscar la justicia cuando una empresa ha obrado mal con sus empleados, los cuales han sido puestos en la calle en consecuencia de un error de la propia empresa, no significa quedarse estancado. Sino, simplemente, que los empresarios no puedan moverse a sus anchas y portarse como quieran con quien quieran.

Aquí entraría la única ética del trabajo que yo concibo (volviendo al tema anterior), que es por un lado un correcto comportamiento del empresario para con sus empleados, tanto en materia de contrato, salario y horario como de trato. Y por otro lado, el cumplimiento por parte del trabajador de sus obligaciones, e igualmente un correcto trato con sus superiores tanto como con sus compañeros. Aparte de eso no creo que sea posible hablar de una ética laboral. Y es que el trabajo no es un modo de vida, no es lo que le da sentido, es solo la manera de poder vivirla. El trabajo no es una virtud, tampoco es un castigo, solo una necesidad. Será un castigo o incluso un premio dependiendo de las condiciones laborales y del gusto por su profesión que tenga cada uno. Así como de la concepción que uno tenga del trabajo, de las obligaciones, y de sí mismo. Lo que desde luego no se puede pretender, desde mi punto de vista, es que la jornada laboral ocupe nuestro día casi en su totalidad, ya que de esta manera perdería su sentido absolutamente, si no hay tiempo para vivir, no vale la pena hacerlo, y por tanto, trabajar sería en vano. No obstante, pese a condiciones de trabajo realmente lamentables que muchos viven siguen subiendo la piedra a la cima de la montaña como hacía Sísifo, sabiendo que volverá a caer y que la tendrás que volver a subir, una y otra vez. Ahí está lo absurdo de la vida, y del trabajo. Al menos, en la mayoría de los casos.

indezent

indezent 2008-05-21 21:14 #1

Liburu handia! Eskerrik asko oriotzeagatik. Nik ere kapitulu baten lan bat egin beharra izan nuen eta kurtsoa amaitzean liburu osoa deboratu nuen. Denbora asko igaro da... ;)

Sugoi

Sugoi 2008-05-24 13:14 #2

Nik ez dut osorik irakurri baina benetan dauka itxura ona. Ia denbora pixkat daukadanean animatzen naizen. :D<br>


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