El misterio - comentario
El
misterio de las cosas
En principio, el tema que el autor nos plantea en este poema parece claro y sencillo, sin complicación alguna. En la primera lectura percibimos un mensaje concreto: el único misterio que las cosas entrañan en sí mismas, no es más que su ser, la existencia de las cosas, y por lo tanto, no hay misterio ni sentido oculto, solo son lo que parecen ser. Alberto Caeiro nos deja claro lo absurdo de la insistencia del hombre que tiende a buscar una significación inexistente.
De todas maneras, no deberíamos quedarnos con la primera impresión, por simple que parezca el texto. A pesar de entender, o creer haber entendido el poema, debemos mirarlo con otros ojos, desde otras perspectivas. Intentar comprender su pensamiento, plantearlo, dudarlo y rebatirlo si es posible. Podríamos quedarnos únicamente con la idea de lo absurdo, del ser humano que busca algo donde nada hay. Podríamos incluso aceptar ese planteamiento argumentando que es natural del hombre el asombro, y tras él la busqueda, pero que sin embargo, sí que resulta ser un sinsentido buscar un sentido que no es.
No obstante yo me hago la siguiente pregunta: ¿cuál es ese ser de las cosas, de las que habla el autor? Diría yo que no existe un ser sin otro ser que lo perciba e interprete; y con esto no pretendo decir que cuando yo muera el mundo desaparecerá, ni muchísimo menos. Sí, en cambio, que el significado lo debe entender alguien, para que las cosas sean como son. Si alguien entiende ese significado (y no el sentido), podemos ya hablar o pensar sobre la cosa en cuestión, podemos utilizar el lenguaje (no solo el de las palabras) para referirnos a ella. Partiendo de esta base, llegamos al tema de la interpretación, y se nos abre una puerta descubriendo la infinidad de sentidos que hemos dado a la cosa, la cual en sí no tenía ninguno. Concluiríamos entonces que el autor está en lo cierto, pero haciendo algún que otro matiz. Porque si bien es verdad que las cosas no tienen sentido propio, es cierto también que como no nos queda más medio para conocer que nuestra interpretación, acabamos percibiendo esas cosas llenas de sentidos.
Si esos sentidos fueran diferentes, lo que es muy probable, intentaríamos buscar el sentido correcto, pensando que llegaríamos a conocer la verdad absoluta. Wittgenstein decía que no había ética ni estética, pero que sin embargo el primate social que somos se ve empujado a buscar el sentido, a alcanzar la absoluta sabiduría (para algunos el Dios, para otros el bien etc.). Sin ética, no hay bien ni hay mal, solo hay interpretación, solo sentido relativo, cambiante.
En el texto podemos encontrar un fragmento que nos asegura que las cosas no son más que lo que parecen ser, y sin embargo podemos leer también que el único sentido oculto de las cosas es que no tienen sentido oculto. Parece una contradicción a primera vista, “es más extraño que todas las extrañezas” dice el poeta, y es que el ser humano tiende tanto a buscar el sentido de las cosas, que le resulta tremendamente difícil llegar a entender que las cosas no tienen sentido por sí mismas, sino que somos nosotros los únicos que pueden darselo. Debemos por tanto hacerles caso a nuestros sentidos, pues es como nos parece de la única manera que algo llegará a ser.
Quizá sea inútil querer encontrar el sentido oculto, la significación propia y exclusiva de cada cosa, no diré que no; pero yo, como Wittgenstein, pienso que tenemos una naturaleza que nos lleva a buscar, a saber. Y aún sabiendo que nunca encontraremos algo que no existe, no somos capaces de desistir en esa busqueda.
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