Y ese hombre, ¿a dónde va?
Andamos y andamos, sin rumbo fijo. O, bueno, puede que tengamos algún rumbo, algún objetivo, pero no sabemos cual es.
Todos vamos en la misma dirección, con paso marcial, regular, todos al mismo ritmo y mirando al frente, para que nadie se pierda.
Mirar hacia delante y no hacia atrás, eso es lo fundamental. Lo pasado pasado está. Eso dicen.
Este es un camino marcado, una acera que millones de zapatos han pisado ya. Sólo hay que seguir las pisadas.
Supongo que así no gastaremos energía.
Alguien vela por nosotros, no quiere que nos cansemos. Bueno. Es de agradecer.
Vaya. Una persona avanza en dirección contraria. Puede que se haya perdido. Está sola.
Es un hombre, alto, elegante... inspira tranquilidad, serenidad... aunque tiene un aire raro.
No. No parece perdido. Su mirada es decidida y da pasos que hablan, dicen que saben a donde van.
Nada de ir a la deriva.
Pero, ¿por qué no anda con nosotros? es posible que debiera preguntarselo... no lo sé.
Si pierdo al grupo después no sabré por donde ni a donde ir.
Además, hay demasiada gente. Me costaría mucho salir de aquí... me empujarían a medida que avanzan.
No. Es mejor seguir andando, no perder a la muchedumbre.
Al fin y al cabo, no puede haber tanta gente equivocada.
Quizá algún día, si vulevo a verlo, me acerque a él y le pregunte por su destino, y por qué va tras él en solitario.
Quién sabe. Puede que ni me conteste. Seguramente, no es más que un pobre loco.
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