EL CORREO | El conflicto va para largo porque la dirección está jugando a ver quién es el más fuerte

Tras un mes de movilizaciones, el portavoz del sindicato LAB en el suburbano destaca que la plantilla ha interiorizado la «importancia» y la «necesidad» de las protestas. Por eso advierte de que, o la dirección «cambia de actitud», o el conflicto será largo.

Raúl Méndez celebra la actual unidad sindical -rota a las primeras de cambio en negociaciones pasadas- y reivindica el papel de la asamblea de trabajadores. «Es el órgano que marca ahora los ritmos, y a ella nos debemos», enfatiza.

- La pregunta que todos los usuarios se hacen cuando se topan con los paros es ¿por qué están ustedes de huelga?

- Hay dos motivos principales: la necesidad de ampliar la plantilla tal y como se había acordado y el incumplimiento por parte de la dirección de los acuerdos relacionados con los eventuales. El metro se expande hacia Basauri y Kabiezes, pero cada vez somos menos trabajadores. Esa es la clave.

- ¿Cómo cree que se están tomando los vizcaínos el tener que ir más apretados y con retrasos en el suburbano?

- Entendemos que los ciudadanos se puedan sentir molestos, pero estamos defendiendo no sólo nuestros puestos de trabajo, sino también una concepción de este transporte público. Los actuales gestores están centrados en recortar derechos y gastos sin mirar que esto es un servicio esencial para la sociedad y que la calidad no se puede resentir. Nos debemos a los usuarios, no lo olvidemos.

- ¿Considera que la gente entiende las protestas? Hay quien piensa que son unos privilegiados.

 - Cuando le explicas a un viajero que la huelga no es por un motivo económico, sino que es por mantener las condiciones de trabajo que teníamos hasta hace poco, se sorprende. Y, sí, es verdad que esto es una empresa pública con una serie de derechos laborales que puede no haberlos en el sector privado, pero también es cierto que hay mucha precariedad. Hay casos de personas que sólo trabajan dos horas y media al día y que cobran 600 euros al mes para mantener una familia. Las movilizaciones, precisamente, se están haciendo para que mejoren las condiciones de los operarios que están peor.

- La negociación parece atascada. ¿Va esto para largo?

- A día de hoy te diría que sí, que la empresa ha retrocedido el escaso camino que había avanzado con la propuesta que después retiró. Parece que están jugando a ver quién es más fuerte, y eso no es justo ni bueno para nadie, sobre todo para los usuarios. Además, en mitad del conflicto tensan más la cuerda con la famosa cláusula de confidencialidad.

- La gerencia dice que ese documento pretende evitar fugas de datos. ¿Qué información maneja la empresa pública que no se puede desvelar?

- El suburbano siempre ha compartido su conocimiento con otros metros y con otros medios de transporte. Por eso no lo entendemos, más allá de que se trata de un intento de instaurar una ley del silencio para que una entrevista como ésta, por ejemplo, no se pueda hacer en el futuro.

- ¿Se han fijado algún plazo para solucionar el conflicto laboral?

- En principio mantenemos los paros de la próxima semana. El día 20, la asamblea decidirá qué se hace. Los sindicatos iremos con una propuesta abierta que plantea unas movilizaciones mínimas. A partir de ahí, será la plantilla la que decida si pisa el freno o el acelerador. Lo que tenemos claro es que también hay que establecer un límite. Puede ser la Aste Nagusia o puede ser septiembre para que, en caso de que sigamos igual, elevemos el tono de las protestas.

- Por primera vez, salvo el desmarque de CC OO, la unidad sindical parece total.

- Porque en esta ocasión, la batuta la lleva la asamblea. Esa es la gran virtud y la fuerza que nos está permitiendo mantener las protestas. Las centrales tenemos nuestras diferencias, pero todas estamos de acuerdo en que es la plantilla la que debe decidir. Esa es la clave.

- Hay quien le ve un trasfondo político a la protesta.

- Para nada. Prueba de ello es que UGT está de nuestro lado.