¿DISCRIMINACIÓN O DIVERSIDAD?

---

DISCRI    M    INACIÓN ≠ DIVErSIDAD

          Desde que tengo memoria (de la histórica esa), he visto, una y otra vez, cómo diferencias raciales, ideológicas, religiosas,… (¿sigo?) han sido causa de discriminación social. Una breve mirada al mundo en que vivimos es suficiente para constatar lo dicho.
    
          El otro día, leyendo la Declaración “Universal” (irónicamente, sin contar con Oceanía, África, Asia y Sudamérica) de los Derechos Humanos, ya en el primer artículo parecía estar tomándome el pelo: «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos…». Si es una broma, no tiene gracia, y, si no lo es, tenemos un problema. Puede que se hayan escrito infinidad de leyes sobre la igualdad de derechos, pero disculpadme el atrevimiento al deciros que mi sexto sentido, o el séptimo, o el octavo ¿quién sabe?, me alerta de que, aunque os parezca increíble, algo no cuadra.
    
          La         discriminación             es algo innegable hoy en día, ¿o es que un niño nacido en Etiopía tiene las mismas oportunidades que un niño nacido en Nueva York? No queremos ver lo que no nos interesa:  mil millones de niños viven en la pobreza, de los cuales 400 millones no tienen acceso a agua potable segura. Además, en los países en desarrollo viven 1300 millones de personas por debajo del umbral de pobreza. ¿Quién quiere ver niños muriendo de hambre y guerras mientras cena con su familia? Así mismo, ante datos como  que la violencia de género ha aumentado un 50% en los últimos 5 años; según una encuesta, al 40,4% de los españoles les preocupa que un familiar suyo sea gay; y, según un informe del FBI, desde el 2004, ha habido un aumento del 40% en los crímenes por odio a los latinos en todo Estados Unidos, y otros muchos que el espacio no nos permite incluir, mostramos una ceguera preocupante.
     
          Quiero que ahora mismo os levantéis, cojáis ese diccionario de sinónimos que utilizáis para sujetar la pata de la mesa de la cocina, busquéis la palabra “diversidad” y me llaméis si encontráis “discriminación” como acepción posible. Mientras lo hacéis, Robert Kennedy   dará el punto y final a este texto: «Lo que necesitamos (...) no es división; lo que necesitamos no es odio; sino amor y sabiduría y compasión hacia el prójimo, y un sentimiento de justicia hacia todos los que sufren...». Amén, hermano.