gato por liebre

Ante la insistencia de esos emplazamientos, Arnaldo Otegi apuntaba en el pasado otoño que esa maniobra tenía un riesgo: se preguntaba qué ocurriría si la izquierda abertzale cumplía ese requisito y el Supremo ilegalizaba la nueva formación, y concluía que esa situación sería evidentemente peor. Pese a todo, los independentistas han decidido dar ese paso. Y la ventanilla, efectivamente, parece cerrada... y a iniciativa del Gobierno.

Esta actitud echa por tierra las afirmaciones de todo tipo hechas desde el Ejecutivo, el PSOE y el PNV. José Luis Rodríguez Zapatero ha insistido con reiteración en exigir el cumplimiento de la Ley de Partidos, y en al menos dos corrillos informales con periodistas (el último en la reciente cumbre europea de Berlín) ha elucubrado sobre la posibilidad de un tratamiento flexible de la cuestión. A la hora de la verdad, su gobierno ha mandado al fiscal y al abogado del Estado al Supremo. En una entrevista en «El País» en marzo de 2006 Zapatero marcaba incluso justo la vía que la izquierda abertzale ha recorrido con ASB: «El camino más lógico es que se proponga una nueva formación que abiertamente deje atrás su justificación de la violencia», Y cinco meses más tarde, en el BEC, el mandatario español exponía que «todas las ideas, todas, todas las sensibilidades políticas, todas, tienen derecho a expresarlas, a defenderlas, a mantenerlas. Sólo hay un límite natural: que se defiendan con la palabra, con el respeto democrático. En ese momento, con ese compromiso, todas las fuerzas políticas estarán en igualdad de condiciones en Euskadi para defender sus ideas». Palabras que, por lo visto, se lleva el viento.

El PSOE se reunió oficialmente con la izquierda abertzale el 6 de julio del pasado año. En aquella ocasión, Patxi López insistió en que el objetivo de la cita había sido precisamente ése: pedirles que asumieran la Ley de Partidos. El secretario de Organización del PSOE, José Blanco, abundó en que «hemos ido a decírselo a los ojos». Aquel día el número dos del partido prometió que si Batasuna era legal «se podrá dialogar en torno a una mesa sobre la reivindicación de la autodeterminación». ¿Será precisamente por eso que el PSOE trata ahora de cerrar la ventanilla?

El PNV y otros partidos como EB han complementado estas apelaciones, desde una posición teórica de rechazo a la Ley de Partidos. Es precisamente en vísperas electorales cuando los jeltzales suelen subrayar con más fuerza que esa pelota está en el tejado de la izquierda abertzale. En 2005, en vísperas de las autonómicas de la CAV, su portavoz, Iñigo Urkullu, se descolgaba con unas declaraciones en las que instaba a Batasuna a legalizarse porque «el tiempo se les agota» y «no pueden sacar más conejos de la chistera». La pasada semana Josu Jon Imaz reiteró que Batasuna «tiene en su mano ir a las elecciones con todas las garantías». Y recurre de nuevo al latiguillo de que «el tiempo se puede acabar».

El presidente del PP, Mariano Rajoy, mostró su «apoyo incondicional» a la actuación contra ASB y exigió al Gobierno de Rodríguez Zapatero que «evite que Batasuna se presente a las elecciones» bajo cualquier forma o apariencia.

(04-04-07)