...carta desde la desdicha...
"En este lugar no hay nada que hacer, es frío, impersonal, y las paredes irradian una luz cegadora. Quiero dejar de pensar y no puedo, y cuando no pienso y quiero hacerlo, no soy capaz. Todo está fuera de control. Alguien me grita y yo estoy asustada, por eso te escribo. No hablo con nadie, hace ya tiempo dejaron de escuchar mis palabras, me resigné, y decidí no volver a pronunciar ninguna.
La cabeza está a punto de estallarme, la sangre me hierve. Estoy inquieta, intranquila, siento que algo se me está escapando en mi búsqueda, sin embargo, no logró vislumbrarlo. Si tuviera capacidad de mirarnos desde fuera, de observar el mundo como lo haría un ser ajeno a él, quizá así, encontraría una respuesta, tal vez podría entenderlo todo. No recuerdo los años que llevo navegando a la deriva, enmimismada y encerrada, ni si quiera sé ya el porqué de mis preguntas.
Todo lo que me rodea sigue caminando, al parecer con un destino concreto, sin apenas vacilar, parar o cambiar de ritmo. Yo, en cambio, me he detenido, intento andar, pero a pesar de que mis piernas se mueven, mi cuerpo no avanza; hace tiempo que se quedó estancado en un determinado lugar como si de una estatua se tratara. Me paré inocentemente, sin ninguna intención de quedarme así para siempre, sólo quería hallar el porqué de tanto caminante, la razón de aquel destino común pudiendo ir a cualquier lado. Pero el fracaso me obligó a quedarme allí, esperando a que algún argumento llamara a mi puerta para convencerme de que debía seguir adelante.
Tan parada me quedé, que algunos de los que me vieron atrás, rezagada, han girado sus ahora sus cabezas, y sin más motivación que el poder hacerlo, han decidido pararse también. Les habría avisado de los peligros que la inanidad conlleva, no obstante, estoy tan vacía que ha desaparecido todo mi mundo externo. Pero eso no les gusta a los lideres de la marcha, cuya autoridad se verá puesta en duda si no nos dejamos llevar por la corriente. Es por eso que estoy aquí, entre estos cuatro blancos muros y mareada por el ambiente estéril. Soy libre, me siento libre aunque estoy presa. Podría salir, contemplar y vivir el espacio, respirar el aire de la naturaleza, o el de la ciudad… Sólo tengo que fingir cordura, sólo tengo que volver a andar. Lejos de esto, me quedaré aquí, pues me es más fácil soportar que mis emociones se encuentren enfrascadas entre pastillas de colores, antes de que bailen de la mano de la mentira y la desidia.
Hijo, te escribo en uno de estos momentos de lucidez que me permiten tener aquí, sin siquiera saber si leerás esto, porque creo que te cansaste de sufrir pensando en mí. Haces muy bien, estoy muerta en vida, y los muertos no deben molestar a los vivos. No abras esta carta, quémala directamente. Realmente lo que yo quería no era que tú la leyeras, sino simplemente escribirla. Siento tanto dolor que necesito sacarlo de dentro, plasmarlo en el papel. Pero no puedo guardar mis pensamientos en los cajones de mi mesita de noche, corro el peligro de leerlos algún día. "
Iruzkinak
Utzi iruzkina: