"Mujeres y hombres y viceversa"
Hoy me voy a aventurar a
escribir por fin sobre uno de los programas de la parrilla televisiva que con
más audiencia cuenta, que no es otro que “Mujeres y hombres y viceversa”. Lo
cierto es que en un principio el artículo se lo iba a dedicar a todos los
programas de la cadena en cuestión, pero la extensión que alcanzaría dicho
texto sería más propia de una editorial periodística, por lo que me voy a
limitar a hablar del programa citado.
Y es que ya son varias temporadas las que lleva en antena “Mujeres y hombres y viceversa”, un programa en el que, dependiendo del día, hay un chico o chica en el “trono” y otros cuantos pretendiendol@. Para ello se conciertan citas entre ellos y el objetivo es que el o la “tronista” finalmente se quede con uno, que a la postre será lo más seguro el amor de su vida. Todo comentado desde la grada y desde los laterales del plató por expertos del amor como Pipi Estrada, Lucía Lapiedra, digo, Miriam Sánchez y otros sabiondos.
Pero aparcando el sarcasmo y yendo directamente al grano, he de decir que lamentablemente las audiencias son las que mandan y mientras la masa siga atendiéndolo, Telecinco no se cansará de emitir “Mujeres y Hombres”, porque todo da a entender que no resulta un programa caro para la cadena, empezando con que la presentadora no tiene ni asiento. Los protagonistas, todos cortados con el mismo patrón, no son más que desgraciados que se han cansado de enseñar su trasero en discotecas y que buscan que su cara, o, sus tetas, aparezcan por la tele y resulten interesantes a los promotores televisivos de la cadena, con el fin de dar un paso más en su carrera y terminar en “Supervivientes” o “Gran Hermano”, lo que considerarían un gran triunfo profesional, puesto que en este gremio no se exige saber conjugar bien los verbos.
Visto lo visto tenemos programa para rato y mientras estos personajes, cuyo analfabetismo e imbecilidad se baten en la cumbre, sigan acaparando la atención de la gente, tengamos claro que va a seguir. Pero enfrentándome a gran parte de la sociedad me voy a atrever a lanzar una invitación a que reflexionemos, tal y como estoy haciendo yo en estas líneas, a pensar qué es lo que nos aporta el programa y qué es lo que podemos aprender de él, aparte de a conjuntar indumentaria para parecer maderos o putas, y, en función de nuestras conclusiones, seguir viéndolo o no. Ustedes mismos.
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