¿Imposible desconectar?

xabierortizdeurbina 1456153721681 COGITARE et ENUNTIARE | 2012-09-22 15:18

Al igual que hace unos años asumimos que el teléfono era algo que había que llevar en el bolsillo a todas partes, ahora, hemos asumido también que el acceso a internet no lo queremos limitar a las horas que estamos en casa.

El ejemplo clarividente de este hecho son los llamados Smartphone, es decir, teléfonos móviles con acceso tanto a un navegador como a distintas aplicaciones como redes sociales, chats, etc. Basta con darse una vueltecita por ahí y contemplar a un gran número de personas mirando a su pantallita sin percatarse de lo que sucede a su alrededor, aislados de su entorno y del mundo.

A este respecto, son muchas las posturas, sobre todo entre los adultos, que se muestran totalmente críticas hacia este fenómeno, principalmente extendido entre los jóvenes. Es cierto que, a primera vista, el aislamiento y la misantropía que denota la imagen de la persona concentrada en la diminuta pantalla puede ser susceptible de crítica, pero creo que es un error quedarse ahí y no ahondar en los motivos que causan este fenómeno.

En poco tiempo hemos desarrollado la necesidad de llevarnos el acceso a internet a todas partes, y no para hacer consultas en la Wikipedia, precisamente. Se trata de que, muchas de la ilusiones, motivaciones, aspiraciones que nos promueven, tienen su fuente en esa insignificante pantalla de apenas cuatro o, a lo sumo, cinco pulgadas. Un correo electrónico que contenga una oportunidad laboral, un Whatsapp o, en su defecto, un SMS de una persona que nos gusta, uno o varios amigos proponiendo un plan, u otras cuestiones que, aunque a la vista de ignorantes pueden parecer banalidades y estupideces, tal vez sean cosas que al gilipollas que mira atontado a su pantalla le importan.

No obstante, como bien dijo alguno, las cosas no son buenas ni malas, sino que es su utilización la que puede ser mejor o peor. En este caso se crea una dependencia respecto al aparato en cuestión, y las dependencias nunca son buenas. Por lo tanto, debemos hacer el ejercicio de tratar de sacar nuestras motivaciones -todas las que sean posibles- de esas pantallas y buscarlas más en las cosas o en las personas que tenemos en frente. Sí, ya sé que es fácil decirlo, pero es la única forma de romper con la dependencia hacia el dichoso.


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