metapetik azaroak 21
En la percepción común,
en nuestra sociedad, el crecimiento ecomómico es, digámoslo así, una bendición.
Lo que se nos viene a decir es que allí dónde hay crecimiento económico, hay cohesión
social, servicios públicos razonablemente solventes, el desempleo no
gana terreno, y la desigualdad tampoco es grande. Creo que estamos en la
obligación de discutir hipercríticamente todas éstas. ¿Por qué? En primer
lugar, el crecimiento económico no genera - o no genera necesariamente -
cohesión social. Al fin y al cabo, éste es uno de los argumentos centrales
esgrimidos por los críticos de la globalización capitalista. ¿Alguien piensa
que en China hay hoy más cohesión social que hace 15 años? [...] El crecimiento
económico genera, en segundo lugar, agresiones medioambientales que en muchos
casos son, literalmente, irreversibles. El crecimiento económico, en tercer
término, provoca el agotamiento de los recursos que no van a estar a
disposición de las generaciones venideras. En cuarto y último lugar, el
crecimiento económico facilita el asentamiento de lo que más de uno ha llamado
el "modo de vida esclavo", que nos hace pensar que seremos más
felices cuantas más horas trabajemos, más dinero ganemos, y sobre todo, más
bienes acertemos a consumir.
Por detrás de todas estas aberraciones, creo que hay tres reglas de juego que
lo impregnan casi todo en nuestras sociedades. La primera es la primacía de la publicidad,
que nos obliga a comprar aquello que no necesitamos, y a menudo incluso aquello
que objetivamente nos repugna. El segundo es el crédito, que
nos permite obtener recursos para aquello que no necesitamos. Y el tercero y
último, la caducidad
de los productos, que están programados para que, al cabo de un periodo de
tiempo extremadamente breve, dejen de servir, con lo cual nos veamos en la
obligación de comprar otros nuevos.3
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