Gimnasia (Diario de Noticias de Álava 08-02-13)

ANDAN los profesores de educación física cabreados con el departamento de Educación (de toda ella, no sólo la física) porque el nuevo currículo vasco pretende reducir aún más las horas de clase que los chavales dedican a tan noble disciplina. Y su enfado crece cuando leen en la prensa u oyen en la radio que la materia que imparten es gimnasia. De acuerdo, somos torpes quienes nos dedicamos a esta labor, pero tampoco es necesario hilar tan fino. En la niñez de muchos de los hoy cuarentones, la clase de matemáticas daba paso a la de lengua y ésta... a la de gimnasia. La única educación física que existía era la del sopapo del profesor o el lanzamiento de zapatilla en pasillo estrecho que tan hábilmente dominaban algunas madres. Es más, en ciertos colegios religiosos, antes de que muriera el dictador, la gimnasia la daban militares. Los recuerdo bien: uniforme, galones y todos a formar alineados; nada que ver con las clases de educación física de hoy que el currículo trata con el culo. Y tienen razón en su protesta los profesores, porque se trata de mejorar la salud de nuestros niños, la mental y la otra: gracias a sus clases los pequeños aprenden a quemar la mala leche que les sobra, a aficionarse a algún deporte y a evitar el sedentarismo, que con la playstation no se suda. Ahora bien, permítannos escribir gimnasia, que sirve como sinónimo, es más corto y no pretende ofender. Son sólo palabras, y cuantas menos, mejor; por eso un secretario seguirá siendo secretario y no personal assistance manager .