Filologias...Letras...informacion...!?¿!
Las facultades y centros de la UPV se la juegan en los
próximos meses. Deben convertir sus licenciaturas y diplomaturas en los
nuevos estudios de Grado, que tendrán que contar con el visto bueno de
la Universidad y ser aprobados por el Gobierno vasco, a través de la
Agencia de Evaluación. Con la fuerte caída de alumnos que se ha
registrado -15.000 menos en una década-, el caballo de batalla es
contar con el número suficiente de matrículas para poder mantener cada
especialidad. Un decreto del Departamento de Educación acaba de fijar
los límites: sólo se autorizarán títulos de Grado si cuentan con un
mínimo de 30 estudiantes, o de 20 si es en euskera, en primer curso.
No es un capricho. Mantener un Grado es caro. A la UPV
le cuesta 7.500 euros cada estudiante al año. La Conferencia de
Rectores lanzó una señal de alarma el mes pasado: Las universidades
necesitan dinero para salir adelante en un momento en el que hay que
hacer un esfuerzo económico muy fuerte para adaptar los estudios a
Europa con menos alumnos que nunca. Los nueos planes de estudio deberán
estar en marcha, como fecha límite, en el año académico 2010-2011.
El Ministerio de Educación calcula que toda carrera que
no tenga 70 universitarios en primer curso no es rentable. Y llegar a
esa cifra es muy difícil en una situación en la que el agujero
demográfico se ha instalado con fuerza en la Universidad. Poco más de
la mitad del centenar de títulos que concede la UPV cuenta con 70
nuevas matrículas. Una decena no llega a la treintena de plazas
ocupadas. En la Universidad pública vasca los estudios que corren mayor
peligro son las filologías Clásica, Hispánica, Alemana y Francesa y
algunas Ingenierías técnicas. Los responsables académicos no han hecho
público el mapa de titulaciones definitivo, en el que se fijan las que
se mantienen y las que deberán cerrar sus puertas, ya que todavía
negocian con los decanos las propuestas de cada facultad.
Ingenierías de 8 alumnos
La UPV y Educación han puesto el listón bajo para
intentar salvar el mayor número de carreras posible. Junto con la
decisión de permitir Grados con un mínimo de 20 o 30 matrículas, el
vicerrectorado de Ordenación Académica ha ideado un programa por el que
se permitirá agrupar los cursos iniciales de varias titulaciones del
mismo área del conocimiento para alcanzar el cupo de estudiantes.
Muchas escuelas y facultades intentan sortear la
desaparición de algunos estudios con esa configuración 'en árbol':
primeros cursos comunes y la especialización en el ciclo final. Es el
caso de la Ingeniería Técnica Industrial de Vitoria, que impartía siete
títulos hasta ahora. Cuatro de ellos los va a agrupar en un único
Grado, pero con las especialidades de Mecánica, Eléctrica, Química y
Organización Industrial. En la Facultad de Ciencia y Tecnología ese
sistema les ha permitido, incluso, proponer dos nuevas carreras:
Biotecnología, y Bioquímica y Biología Molecular. Han suprimido una,
Ciencias Ambientales.
A los estudios de Ingeniería Técnica Metalúrgica, que se
imparten en la Escuela de Minas de Barakaldo, la nueva normativa del
Gobierno vasco también les depara un futuro incierto. Hay ocho
estudiantes en primer curso y en la promoción de este año acabarán,
como mucho, dos. Hay clases en la escuela con cinco, cuatro y hasta un
sólo alumno en el aula. Esta especialidad tiene el récord junto con
Filología Clásica de ser las carreras con menos matrículas en la UPV.
Los responsables del centro de la margen izquierda, que
imparte Explotación de Minas, Metalurgia, Recursos Energéticos y Obras
Públicas, también se han acogido al plan de agrupar estudios y
compartir asignaturas. «En el futuro habrá un Grado de Ingeniería
Técnica de Minas con tres especialidades diferentes; y una segunda
titulación oficial, la de Obras Públicas, que por sí sola ya cuenta con
alumnos suficientes», detalla la directora, Itziar Arangiz.
La emblemática escuela baracaldesa -funciona desde 1913-
es un ejemplo de que la caída de matrículas en una títulación no corre
paralela con sus salidas en el mercado laboral. Este centro recibe más
peticiones de puestos de trabajo para ingenieros técnicos metalúrgicos
de las que puede cubrir. La directora considera que el desfase se debe
a un «desconocimiento» de las funciones de estos técnicos, tanto de la
sociedad como entre los estudiantes de Bachillerato e, incluso, de la
propia Industria. «Tienen formación para trabajar en acerías,
fundiciones, forjas, laminación... el campo es inmenso en Euskadi, pero
muchas plazas se cubren con otros profesionales», señala Enrique
Aresti, presidente del Colegio del País Vasco, Navarra, La Rioja y
Soria. «La gente asocia la escuela con esa época pasada de auge de las
explotaciones mineras», lamenta Arangiz.
Los responsables de la escuela y del colegio oficial
dedican sus esfuerzos en la actualidad a salvar la profesión y dar a
conocer estos estudios. Creen que para evitar que se vacíen las aulas
de especialidades con gran encaje en el mercado de trabajo es vital
hacer una buena labor de orientación con los futuros universitarios.
Letras, en pie de guerra
La adaptación a Bolonia supone una seria amenaza para la
facultad más emblemática de Álava, la de Letras, germen del actual
campus universitario. El decreto del Gobierno vasco, aceptado sin
reticencia alguna por parte del Rectorado de la UPV, dejaría al
prestigioso e histórico centro sin cuatro de sus diez carreras al
desaparecer Filología Hispánica, Francesa, Alemana y Clásica, por no
llegar a los 30 universitarios de nuevo ingreso.
De esta forma, la oferta académica se reducirá a las
filologías Inglesa y Vasca, Traducción e Interpretación, Historia,
Historia del Arte y Geografía. Ésta última tampoco llega a la treintena
de alumnos pero la UPV ha decidido a última hora conservarla con el
criterio de que se precisan geógrafos para las cuestiones relacionadas
con la ordenación del territorio. El profesorado de Letras considera
que en esta decisión ha intervenido el hecho de que el actual
vicerrector de Álava, Eugenio Ruiz Urrestarazu, es un veterano profesor
de la facultad.
La pérdida de cuatro titulaciones en Álava ha puesto en
pie de guerra a los responsables del centro, con su decano a la cabeza.
«Estafados. Así es como nos sentimos», se queja Fernando García Murga.
«Estafados porque nos dan portazo a todo lo que planteamos. Sin gastar
un duro más, pedimos hacer una facultad a lo anglosajón, con una oferta
de 39 grados combinados, por ejemplo, una titulación de Francés e
Inglés, como ya se hace en la Autónoma de Barcelona. El anterior equipo
rectoral nos lo tiró, no nos dejó innovar, al tiempo que nos decía que
era una buena idea. Entonces nos prometieron mantener lo que tenemos y
ahora vienen con esto».
Los de Letras 'pasan' de cifras. «El criterio numérico
-dice el decano- no debe ser el único para que una carrera sea viable.
Tienen que contar otras cuestiones. Esta facultad, por ejemplo, es un
centro puntero en investigación. Además Bolonia, no pone números». Pero
los decretos del Gobierno vasco, sí. La supresión de cuatro
titulaciones afectará a 70 de los 260 docentes del centro. El 80% es
personal fijo. Esto significa que permanecerá en la Universidad hasta
jubilarse. «¿Nos someterán a un expediente de regulación de empleo?»,
ironizan.
El desánimo ha cundido entre los docentes. «¿Cómo se
puede prescindir de Hispánicas, cuando se necesitan profesores de
Lengua Española, materia obligatoria para todos los alumnos hasta que
llegan a la Universidad», se pregunta la profesora Isabel Muguruza. «A
los políticos vascos se les llena la boca con formar un eje con
Aquitania, pero no quieren saber nada de enseñar francés. No me lo
explico, salvo que su concepto del País Vasco sea la de la primera
viñeta de 'Astérix'», ironiza la filóloga Begoña Agiriano.
¿Cómo defiende una profesora de Clásica su carrera?
Elena Redonda lo tiene claro. «No estamos aquí por generación
espontánea. El sustrato del mundo clásico es indiscutible en nuestra
civilización. ¿Cuándo ha sido rentable la Cultura, la Educación o la
Sanidad?» Mario Saalbach es profesor de Alemán en Vitoria desde hace 24
años. «La rentabilidad de una filología no se mide a corto plazo»,
apunta. El decano está de acuerdo: «Ésta es la única facultad de Letras
de la UPV y cuanto más filologías tenga, mejor. Somos un referente
cultural en Euskadi», zanja.
"Extracto del CorreoDigital"
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