Renarrar la historia del batua: recensión a Sarasola

kasandra 1456150277234 kasandra | 2006-03-13 13:30

            RENARRAR LA HISTORIA DEL BATUA:
RECENSIÓN A SARASOLA

 

                                                                                                                                        Koldo J. Garai Bilbao

 

 

Siempre me ha extrañado una especie de imperialismo lingüístico guipuzcoano con el que me suelo tropezar con frecuencia. En realidad, no me extraño de nuestras ambiciones expansionistas en sí, naturales aunque no justificadas, sino de la docilidad con que nuestros vecinos suelen aceptar nuestras pretensiones.[1]

 

 

1. INTRODUCCIÓN

 

1.a. Justificación del artículo

 

Este artículo tiene su origen en la clase que dentro del marco de Creadores Vascos, en el curso La década creadora: cultura y sociedad civil en el País Vasco (1960-1970), organizado y dirigido por el profesor D. Félix Maraña en los Cursos de Verano de 1995 de la UPV/EHU, nos impartió el profesor D. Ibon Sarasola: "Baiona (1964) y Oñati (1968): la unificación del Euskara y la figura de Koldo Mitxelena".

Es cierto que la intervención de Ibon Sarasola estaba plena de acicates y espuelas para que un vizcaíno respondiera. También es cierto que, a nuestro parecer, siempre será más difícil hacer lo que hizo Bernardo Atxaga: defender el castellano como lengua y cultura legítimos del País Vasco en la Asociación de escritores vascos (Euskal Idazleen Elkartea) en Donostia, y a la inversa, esto es, defender el euskera y su literatura en la Universidad de Deusto de Bilbao, donde ciertos terroristas culturales puedan encausarle y llevarle a los tribunales. Supongo que es una cuestión de decoro en el sentido clásico.

Sí, el discurso de Sarasola se nos hizo a ratos insultante y afirmar esto puede resultar peligroso. A punto estuvimos de salirnos de la sala en más de una ocasión, pero conseguimos controlar este impulso infantil. Surgió, pues, una necesidad de respuesta inmediata. Pero esta respuesta era inútil precisamente por su inmediatez, las cosas en caliente no sirven más que para el anecdotario; anecdotario que luego hay que sistematizar, esto es, enfriar. Entonces pensamos que podría servir de mucho más si descubríamos la "tramoya" argumentativa de Sarasola, para nosotros más que evidente. Pero lo de la evidencia depende de la perspectiva y, en realidad, hay que adoptar un planteamiento crítico y desconfiado desde el principio, desconfianza que, a su vez, llevada al extremo, impedirá aprender nada.

Así es que después de elaborar una respuesta en forma de recensio que intentaba resaltar las "trampas" argumentativas ─demagógicas, nos parecieron entonces─ de Sarasola, releímos el trabajo y nos dimos cuenta de dos cosas: la primera fue la necesidad de racionalizar la impresión de "deshonestidad científica" que en un principio nos produjo la clase de Sarasola, la segunda, la imagen de banco de datos sin objetivo que daba nuestro trabajo. Tanto la una como la otra se debían, sin duda, a que nos había sucedido un fenómeno muy común en este tipo de cuestiones tan viscerales: nos habíamos olvidado de que en realidad estábamos en el mismo barco, y de que la "perversidad" de Sarasola no provenía de una supuesta fobia antivizcaína, sino de un planteamiento teleológico, ─y, como tal, si explícito, perfectamente lícito─ y, sobre todo, del carácter de explicación a posteriori que tenía la charla de Sarasola. Por ello, porque el planteamiento teleológico (la propuesta del guipuzcoano como base de la lengua estándar) significaba una "fobia antivizcaína" exclusivamente para nosotros y no para los demás, el "descubrimiento de la tramoya" del discurso de Sarasola que habíamos realizado no expresaba, visto con otros ojos distintos a los nuestros, la denuncia de esta supuesta fobia que creíamos obvia, sino un mero banco de datos sobre literatura; porque la tramoya de Sarasola no era "perversa" en ese sentido fóbico tan infantil, sino en otro muy distinto: la impresión que recibimos de "deshonestidad científica" de Sarasola parte de su a posteriorismo, de su narración dirigida, en la que prescinde de algunos datos y sobre realza otros, y no de algún tipo de encubierta "fobia", aun cuando el resultado pueda parecer el mismo.

 

1.b. Objetividad intersubjetiva: Premisas éticas, condicionantes y recepción

 

Puede parecer excesivo el tono de intimación ética que hemos adoptado, y, probablemente, en otras circunstancias, a nosotros también nos lo parecería; pero las circunstancias actuales, según lo veo, son las definidas por un poder que no necesita tener razón, o mejor dicho, cuya razón es exclusivamente pragmática, en el sentido elocucional del término, y deja al individuo absolutamente anulado ante esas estructuras de poder. Frente a esta razón pragmática ─que en definitiva es la utilizada por todo tipo de poder, como diría Bousoño en su estudio introductorio al libro de Guillermo Carnero Ensayo de una teoría de la visión (Poesía 1966-1977), razón pragmática también utilizada por los medios de comunicación que trabajan contra la memoria como lo pintase Orwell 1984─, se alza la razón científica, que será científica (sobre todo a partir de Heisenberg habida cuenta de la imposibilidad de lograr jamás la objetividad) si y sólo si es ética, es decir, si parte del intento de lograrla teniendo en cuenta sus prejuicios, como diría Gadamer, y explicitando lo más rigurosamente posible su intento de honestidad objetiva ante el hecho.

La última variable a tener en cuenta antes de comenzar con la recensión es la variable de la receptividad de este trabajo; bien, este trabajo parte de un individuo sin nombre, esto quiere decir sin aucthoritas según la retórica clásica. Actualmente este es el único argumento, como antes apuntábamos, que los medios de comunicación tienen a bien utilizar, el argumento de autoridad, que es el del poder, de ahí la labor desmemoriante que están llevando a cabo; un ser (un escritor, una nación...) existe sólo si tiene presencia en los mass media. Este espacio de la existencia instanciada por el medio de comunicación sería identificable con el concepto de realidad según la posición adoptada con respecto al espacio sagrado definido por Mircea Eliade[2]. De ahí que mi aportación, independientemente de su calidad científica, precisamente por caer en terreno profano o sin eco en los medios, sea nula en la práctica.

Por otro lado, los cuadros psicológicos de receptividad en las cuestiones relacionadas con el batua operan de la siguiente manera: limitando nuestra observación al occidente del país, a Gipuzkoa y a Bizkaia, si un guipuzcoano habla contra alguna disposición lingüística de Euskaltzaindia, su observación no se tiñe de ningún prejuicio añadido, sin embargo, cuando un vizcaíno razona contra una resolución de Euskaltzaindia, es inevitablemente recibido como contrario y enemigo del estándar literario; en el caso que nos ocupa podemos observar cómo las palabras de Sarasola en favor del guipuzcoano no son tomadas, ni por asomo, como contrarias al batua, pero, en cambio, yo me tendré que cuidar muy mucho de utilizar cualquier apología del vizcaíno en mi argumentación si quiero recavar la credibilidad del lector. Dicho de otro modo, la ideología adscrita a un lado u otro de las distintas normas de la lengua es un tema a estudiar que requiere una investigación crítica de todo el lapso de tiempo abarcado por la revolución industrial del país; este estudio no tendrá cabida en mi trabajo aunque de vez en cuando hacemos alguna referencia; pero lo cierto es que esta adscripción ideológica es perfectamente rastreable desde un punto de vista histórico-crítico durante el periodo de tiempo descrito.

Por esto, para recavar la credibilidad del lector, tengo que dejar muy claro que mi preocupación es doble: preocupación práctica, ¿cómo podría cualquier vascoparlante incorporarse a la norma estandar desde cualquiera de la distintas hablas de nuestra lengua?, y preocupación teórica, ¿qué relación tiene la adopción de una u otra norma lingüística para la edificación de la norma literaria con los procesos historico-sociales que se dan en Euskal Herria? Como se ve mi preocupación está relacionada exclusivamente con el estandar, y con el euskera como conjunto de sistemas lingüísticos, según la conceptualización de E. Coseriu[3], y no con la defensa del vizcaíno en oposición al estandar, aunque sí observe posible y necesaria una mayor participación de este dialecto en el proyecto común.

La última nota que hemos de añadir es la de que trabajamos siguiendo los apuntes que recogimos en clase, y aunque la memoria actúe a nuestro favor, porque todavía mantenemos las palabras de I. Sarasola claras en el recuerdo, sí es cierto que puede haber inexactitudes achacables exclusivamente a nuestra capacidad de comprensión. Demos pues comienzo a la recensión.

 

2 EXPOSICIÓN

 

2.a. Primer fundamento argumentativo explícito: desprestigio cultural

 

Si no hemos comprendido mal, la argumentación de I. Sarasola está orientada a proponer el guipuzcoano como base de la lengua estandar. Para ello tendrá que desprestigiar las normas lingüísticas laterales de una manera doble: por un lado lingüísticamente y por otro culturalmente. Es en este fundamento argumental donde están explícitos el teleologismo, como proyecto a conseguir ─es decir, la identificación del batua con la norma literaria guipuzcoana, alejando el estandar tanto de las hablas como del archisistema[4] del euskera─ y el a posteriorismo como justificación lingüística del proceso hasta ahora llevado a cabo.

 

2.a.i. Fundamento argumentativo implícito: recreación del público lector guipuzcoa­no como único con criterio homogéneo. Bilbao =/= Barcelona, época de preguerra

 

El desprestigio cultural comienza atacando la única alternativa que el país podría haber ofrecido a principios de siglo, Bilbao. Las comparaciones con el modelo catalán justifican la exclusión de Bilbao: según Sarasola, en Cataluña la normalización lingüística se realiza con éxito gracias a Barcelona[5], pero en Euskal Herria no, por culpa de Bilbao[6]. Cuando se trata con variantes dialectales siempre se hace referencia a cuestiones geográficas, pero la mención geográfica tiene la desventaja de tocar sensibilidades que distan mucho de una intención científica.

Cada vez estamos más convencidos de que es imposible desligar la historia de la lengua de la historia externa[7]; cualquier proceso de unificación de la lengua obedece a un proyecto nacional, trátese de la nación de que se trate[8]; esta intención nacionalista es la que difiere en el caso catalán y en el vasco, y no las características "esenciales" de un lugar geográfico determinado.

El nacionalismo en el País vasco nace como reacción al proceso industrial; para comprobarlo no hay más que seguir las manifestaciones de la alta burguesía que no son, exceptuando la primera época de inversión británica, casi nunca nacionalistas vascas (aranistas), sino españolas (pero no unamunonianas, esto es liberales, sino conservadoras[9]): esta alta burguesía sale en defensa de un mercado interior (español) recientemente adquirido, pero sólo asegurable si se le daba un giro conservador al gobierno español. El caso de D. Ramón de la Sota sería un caso anecdótico, explicable por el evidente carisma de Sabino Arana. Sí es significativo, en cambio, el caso del propio Arana ─paralelo al de Unamuno─, cuya familia, jauntxos de Abando, quiebra en la bolsa de Bilbao, y cuyo dominio, anteiglesia de Abando desde la alcaldía cuasi-heredable, es engullido por el propio Bilbao; este "antibilbainismo"[10] se convertirá en un eterno canto a la aldea en detrimento de la corte, y será heredado también por Azkue pero, sobre todo, por Evaristo Bustinza "Kirikiño", y aún hoy parece seguir vigente en la mayoría de las distintas vertientes nacionalistas vascas (las españolas no, esas tampoco avanzan pero porque desconocen su propia existencia; su legado proviene directamente de Dios, es decir, de esa esencialidad noventayochista jamás superable: en la vertiente "librepensante moderada", monolingüe por voluntad y tradición nesciente, la cultura se define exclusivamente en el ámbito libresco y se reduce a artículo consumible únicamente para el salón).

Creemos, pues, que el hecho de que Bilbao no tuviese este poder aglutinante que tuvo Barcelona no se debe tanto a una falta de actividad cultural, sino a que el movimiento nacionalista no fue abrazado por la burguesía con poder de esa época, y la razón de que esto no ocurriese así se debe al rechazo de la industrialización del país por el nacionalismo en su vertiente más romántica. Si alguna vez, es precisamente en la época que va desde Unamuno hasta la Guerra Civil cuando Bilbao tiene algo que decir culturalmente. Es verdad que la relación epistolar entre escritores como Esteban Urkiaga ("Lauaxeta") y García Lorca (o como Juan Larrea y Jorge Guillén), aunque sintomática, es insuficiente; sin embargo, una lectura atenta de "Lauaxeta", el único escritor propiamente simbolista que dio Euskal Herria ─significativamente tan mal leído─, nos lleva a la reflexión del intento conciliador, verdaderamente Modernista, que supuso la obra de "Lauaxeta": ese intento de sobrellevar el cúmulo de dogmas morales y religiosos del PNV, deducidos del fuerismo del Antiguo Régimen, en un entorno y una realidad evidentemente contrarios o, para decirlo en palabras de Nietzsche[11], de conciliar la teoría y la práctica. (cf. La tesis doctoral defendida en Deusto en junio de 1995, por la Facultad de Teología, de Josu Penades Bilbao; Lauaxeta: Kulturaren eta Sinesmenaren arteko Elkarrizketarako Egitasmo Zapuztua).

Aun atendiendo a todo esto, es posible justificar el tono más visceral y pragmático que científico utilizado por Sarasola teniendo en cuenta la interdisciplinariedad del curso y la falta de tiempo para una explicación más detallada. Pero, efectivamente, la conclusión de que Bilbao no vale un pimiento, es un verdad que se admite sin más reservas en cualquier foro donostiarra, aunque sea un foro universitario.

Alejándonos de la función retórica del discurso de Sarasola, podemos observar que, con este desprestigio cultural de Bilbao, consigue un objetivo doble muy distinto del que tuvieron sus predecesores: en primer lugar, la desautorización del público lector bilbaíno para toda materia lingüística vasca, y, en segundo, la creación de una tabula rasa, de un espacio virtual renacentista, de una Christianópolis, a partir del cual toda iniciativa teórico-cultural vaya a ser justificada como lógica e imperiosa, como suficiente y necesaria.

 

2.a.ii. Conclusión: desautorización lingüistico-cultural de Bilbao en materia vasca.

En realidad Sarasola no mencionó para nada, que yo recuerde, al público lector, esto es, al mercado como tal; esto podría haber supuesto una desidealización del intelectual que operaría contra su propia credibilidad. Pero posiblemente cuando se defiende una u otra variante lingüística para la lengua estandar, lo que hay debajo de esas vehementes defensas es precisamente eso: la defensa de un mercado o, dicho de una manera que no suscite suspicacias, la distinta percepción de la realidad, entendida tal realidad como conjunto de hablantes que puedan soportar una cultura consumible en términos actuales.

Lo que nosotros denominamos recreación de un espacio virtual renacentista (o christianopólico) es en parte desmentido por Sarasola en dos momentos; un primer momento de negación y otro de afirmación. El momento de negación se llevará a cabo calificando de anecdóticos, y por lo tanto dejando fuera de estudio, todos los intentos de escolarización y educación que se hayan llevado a cabo bajo otras normas cultas de estandarización de la lengua: a principios de siglo bajo Azkue y Evaristo Bustinza en las campañas de la Diputación[12]. En lo que respecta al momento de afirmación, Sarasola devolverá el perdido reconocimiento a la propuesta realizada por "la Secretaría del Departamento de Lengua"[13]; propuesta firmada en Baiona por un grupo de escritores vascos, pero que como decía Sarasola «no hace falta ser un lince para deducir que esta propuesta partía básicamente de "Txillardegi"». Aunque según Sarasola, Mitxelena no compartió al principio todas las recomendaciones de Txillardegi, habría apoyado la postura de éste por considerarlo ─a él y a su grupo─ mejor preparado intelectualmente que el resto de los vascólogos. Así, Sarasola subraya la arbitrariedad de la decisión de Mitxelena, en tanto que no fue tanto un cuestión filológica sino de acuerdo con la valoración que Mitxelena hiciera de los abogados de las distintas propuestas.

A Sarasola no le interesa la posibilidad de estudiar el fracaso de las mencionadas campañas de estandarización en torno a la cátedra de estudios vascos de la Diputación de Bizkaia y de escolarización de la población a través de las escuelas de la Diputación. Lo que le interesa es la consecución del fin: para el éxito de la empresa hay que escoger una norma que no se aleje excesivamente de otra que ya existe y que tiene una aceptación más o menos generalizada (guipuzcoano), y propiciar su estudio y uso en otras áreas geográficas distintas a las naturales del dicho dialecto, concretamente en el ámbito de los "euskaldunberris[14]" que otorgan la virtualidad y el futuro a la lengua. Evidentemente y para todos, el futuro lingüístico será tanto más estable cuanto más se amplie la base de esta población, que adquiere el euskera como segunda lengua.

 

2.b. Segundo fundamento argumentativo explícito: desprestigio lingüistico-literario

 

2.b.i. Fundamento argumentativo implícito: Supresión de las hablas, identificación de las normas con límites politico-administrativos, valoración de las normas lingüísticas.

 

Al principio de toda la exposición, Sarasola, por mor de brevedad y habida cuenta que muchos monolingües de la sala desconocían la realidad lingüística del país, había identificado las hablas con las normas literarias. Más aún, había retraído sus límites con los de las provincias administrativas actuales. Puede que para una clase de aquellas características la reducción sea un mal menor, una mentira metodológica, pero tenemos la sospecha de que no sólo es utilizada esa idea en estos foros, sino que de esa reducción se pueden deducir las conductas actuales de Euskaltzaindia en materia lingüística. A continuación explicaremos las repercusiones lingüísticas de esta reducción.

 

2.b.i.1. Supresión de las hablas.

El concepto de dialecto es un concepto polémico en sí; es un concepto que reúne bajo un epígrafe no sólo una serie de características lingüísticas, sino el espacio geográfico donde se realice el mayor número de ellas. Por lo tanto, lo que para un investigador puede resultar suficiente ─supongamos la raíz del verbo auxiliar en presente─, para otro no lo es ─supongamos esa misma raíz del verbo auxiliar, además del presente, también para los tiempos condicionales y potenciales─. Es decir, surge la inevitable valoración del investigador. Actualmente se prefiere el concepto de isoglosa, espacio donde una característica lingüística concreta se realiza de igual manera; así podíamos hablar de un paralelo en la pronunciación costera, o de un acento gramatical, esto es, pertinente, en la zona que va de Bermeo a Getxo[15].

Es posible partir de la aceptación de la reducción metodológica que acarrea el concepto de dialecto, de manera que puedan ser útiles investigaciones realizadas en otros siglos (Bonaparte) que hayan utilizado este concepto; pero lo que al profesional le tiene que quedar muy claro es que está habiéndoselas con una herramienta, con una reducción que puede resultar práctica, y no con una realidad per se sin distinción de planos de abstracción (diatópicos, diastráticos y diafásicos)[16]. Sarasola llama a todo con una "B" o con una "G" o incluso con una "N" y una "BN". El primer paso está dado; esas siglas vendrán a responder a dialectos más o menos literarios.[17]

 

2.b.i.2. Identificación de las normas con los límites politico-administrativos.

Deducir lo propuesto como título de este apartado a partir del mapa que Sarasola nos pintó en el encerado de la clase sería ruin y falso. No, no lo deducimos de ahí, sino de la desestimación de Sarasola del vizcaíno oriental de Gipuzkoa. Lo mismo podríamos haber interpretado si desestimase el altonavarro occidental de Gipuzkoa, o el Bajonavarro de la Navarra peninsular, siguiendo la nomenclatura de Bonaparte, ─que en sí, y visto con los ojos actuales, también encerraría una trampa metodológica, precisamente por la dificultad surgida a la hora de determinar qué realizaciones suceden en dónde[18].

Esta desestimación del vizcaíno oriental de Gipuzkoa la lleva a cabo considerando exclusivamente la norma utilizada por las gentes cultas del lugar, aduciendo el improbable argumento de que los sermones se platicaran en esa zona, exclusiva o generalmente, en guipuzcoano. Nos preguntamos acerca del dialecto literario en el que podríamos definir los manuscritos de Oñate[19], o la obra de un Munibe, o...

Todo esto puede tener una función práctica concreta: la de intentar superar unas diferencias, para poder atender al verdadero problema politico-lingüístico que están padeciendo los vascos de allende los Pirineos, cuyo gobierno, exponente de la Razón brutal y reductora de las estructuras de poder de la modernidad, no reconoce más lengua que el francés, en su nacionalismo excluyente, intolerante y provinciano. Esto es correcto, hay que buscar la solución mirando aquella frontera ─que tantos problemas produce a los periodistas justificadores de ambos estados napoleónicos: el presidente de Euskaltzaindia es un francés, el campeón del Tour es un español, por nombrar a dos navarros, etc., demostrando un verdadero problema de identidad en una Europa que cuestiona la necesidad y la realidad de estos Estados decimonónicos y militarizados─ pero esa frontera, y sus problemas, no deberían impedir llevar a cabo una investigación y una exposición de los hechos lingüísticos lo más científica posible, esto es, lo más formalizada y explícita posible. Es decir, aquellos problemas no se van a solucionar minimizando las diferentes realizaciones lingüísticas de esta parte de los Pirineos.

 

2.b.i.3. Valoración de las normas.

 

2.b.i.3.(a) Elaboración previa.

Para poder llegar a la conclusión de que el único dialecto que puede soportar la estandarización es el dialecto guipuzcoano, Sarasola procede a la depreciación de otros dialectos, ya reducidos a una base valorable. Así, ya no se distingue entre Ubillos (guipuzcoano oriental del XVIII "due"="dute") y Larramendi (guipuzcoano occidental del XVIII "deue"="dute") o entre el catecismo de Llodio (vizcaíno occidental del XIX) y los Moguel (vizcaíno oriental de los s. XVIII-XIX, con evidentes diferencias incluso entre los propios Moguel, achacables a la evolución de la lengua en esa zona, sobre todo en cuanto a armonía vocálica se refiere). De tal forma que de un plumazo se reducen las hablas y las distintas tradiciones literarias a que han dado lugar, identificando toda esta variedad con una sola de cada grupo, normalmente la variante oriental, dando cabida así a una tradición valorativa, heredera del preceptivismo diociochesco, que proponía como modelos a imitar las hablas más orientales de cada norma (Orixe/"Otxolua"); tradición valorativa ésta muy próxima al "impresionismo" de Sarasola que luego criticaremos (tal "euskera" es más bonito que tal otro).

Así, guipuzcoano sólo habrá uno, y lo mismo para el vizcaíno, y siempre se entenderá por tal el erigido sobre la idea literaria de la escuela de Markina (cuya escolaridad es discutible pero cuya existencia es incuestionable). Esta identificación de todas las hablas de una provincia bajo el epígrafe de dialecto ─cuando resulta que, como apuntábamos, desde la dialectología se cuestiona la existencia y/o practicabilidad del concepto de dialecto en sí, abogando más por el de isoglosas, etc.─ y la consideración del dicho dialecto exclusivamente como cúmulo de tópicos extraídos de la tradición literaria que se crea más representativa, reduce el problema de la variedad no ya desde la acientífica visión de la política, sino desde la impresión estética, desatendiendo, como no podía ser de otra manera bajo estas condiciones, incluso la cronología, la historia de la lengua, y en fin, todo lo que de sistema pueda tener la observación de un particular lingüístico.

 

2.b.i.3.(b) Valoración de la calidad lingüística; interpretación de las estadísticas según su literatura.

Por otro lado, ampliando el desprestigio cultural cebado sobre Bilbao a toda el área vascoparlante vizcaína, Sarasola interpretará los porcentajes de uso de la lengua: si nos encontramos del lado desfavorable de las estadísticas siempre se puede esgrimir que los números hay que interpretarlos, que las estadísticas "mienten" por definición, etc., en caso contrario la realidad es evidente, aplastante, etc.

Frente al dato que apunta al vizcaíno como dialecto más hablado, y por lo tanto el que podría haber ofrecido mayores garantías sociológicas para la base de una norma común, Sarasola esgrime la siguiente intuición "impresionista": que las hablas de allende los Pirineos eran de calidad superior a las del sur del País, y sobre todo, que las vizcaínas. Este uso "cualitativamente superior" de unas hablas sobre otras podríamos ilustrarlo con la afirmación que hace Juan de Valdés[20] en su Diálogo de la lengua sobre el "mal castellano" empleado y descrito por Nebrija: Nebrija describe "mal" la lengua puesto que no es castellano sino andaluz. Este tipo de asertos tienen su base en la consideración absolutista que tenemos de la experiencia, sin reflexionar sobre la relatividad del punto de observación (para un ingeniero acostumbrado a la Aceleración de Coriolis esto no debería ser ningún problema). A decir verdad, Valdés sí reflexiona, a su modo, sobre el punto de observación, al igual que Sarasola, pero identifica un lugar con un uso correcto y otro con un estado de lengua "impuro". Este es el peligro del nuevo purismo en cuanto admitamos un uso lingüístico cualitativamente superior a otro. Pero, en fin, se nos ocurre que esto mismo podría haberlo expresado Sarasola más acertadamente con documentación al respecto; documentando el posible hecho de que la calidad de uso de un habla que haya contado con tradición literaria pueda ser superior (¿en qué?) a cualquier otra que carezca de dicho soporte escrito.

Por lo tanto, en el desarrollo de la argumentación del desprestigio, se ha pasado de un plano comercial-cultural a otro literario; ahora hay que demostrar que el nivel de lengua de la mayoría hablante es rechazable en función de su literatura. Para eso hay que admitir lo de la diferente calidad lingüística de las distintas hablas, admitámoslo pues[21], aun cuando personalmente lo adoptemos sólo como premisa argumentativa.

 

2.b.ii. Desprestigio literario del vizcaíno: o arcaico, o exiguo, o moderno

 

La desautorización literaria recuerda un poco la polémica de los ciceronianos y los eclécticos en la Italia renacentista. Se trata de limitar los modelos a unas pocas variantes normativas y de excluir, bajo diversas e incluso antagónicas argumentaciones, el resto de las propuestas literarias. Para esto Sarasola escoge el contrincante fácil primero y el difícil después: la ya desprestigiada tradición literaria vizcaína en un principio (puesto que ya ha demostrado la baja calidad de uso del vizcaíno, mutatis mutandi), y las tradiciones anteriores a Axular después (vide el epígrafe "impracticabilidad del sistema").

 

2.b.ii.1. Las posibles normas literarias vizcaínas

Creo que podíamos amalgamar la producción literaria vizcaína, y, probablemente, no sólo para el vizcaíno ─aunque el caso de Labort, Baja Navarra y Soule sea más complicado a la vez que más rico─ en tres estadios generales[22]: s. XVI-XVII (y XVIII), s. XVIII-XIX, s. XIX-XX, el primero llamado arcaico, el segundo clásico y el tercero romántico. En los siglos comunes a cada etapa el modelo de lengua será el que determine su clasificación en uno u otro estadio; así, podíamos discutir sobre la pertenencia de Barrutia o de Munibe al estadio clásico o al arcaico, habida cuenta de su euskera arcaizante.

De las tres normas que, grosso modo, hemos propuesto al principio, Sarasola va a mencionar dos: considerará válida la última, la romántica o descendiente de la primera industrialización, desprestigiará la que hemos denominado "clásica", reduciendola a 21 años del s. XIX, y omitirá la primera o arcaica.

Observamos, pues, que de las tres tradiciones literarias vizcaínas que podrían tomarse en cuenta, Sarasola sólo considera la más tardía. La primera tradición es enteramente omitida, se trata de la correspondiente a los siglos XVI-XVII Refranes y Sentencias (Iruñea 1596), Capanaga, Madariaga (1565), Garibay, Mikoleta (Bilbo 1653), Betolaza (Bilbo 1596), el diccionario de Landucci[23]... y me atrevería a decir que, quizá pecando de iluso, la carta de Fray Juan de Zumárraga (1537) demuestra cierta habilidad en la escritura de quien no es primerizo. Esta tradición probablemente termina hacia mediados del XVIII, con Pedro Ignacio de Barrutia (Atto para la Nochebuena) y, quizá, enlazando con la época clásica, con los manuscritos de Oñate[24], y con El borracho burlado (princeps 2/7-VII-1764) el Conde de Peñaflorida[25] ─una opereta que recrea, a nuestro corto entender, de manera jovial y pedagógica el recurso del "mundo al revés" y, más directamente, La vida es sueño de Calderón.

Vemos que más que despreciar ha omitido uno de los primeros libros publicados en bilingüe, los Refranes y Sentencias publicado en Pamplona 1596. El abusivo uso que de él hizo el creador de Euskaltzaindia, R.M. Azkue ─también desprestigiado por Sarasola en su intervención─, impide que se pueda esgrimir como argumento; también ha despreciado de entre una cantidad considerable de catecismos, etc., a Capanaga, del XVII (utilizado por Mitxelena, junto a Madariaga y Garibay, en su Fonética Histórica Vasca, sobre todo acerca de las vocales nasales que debieron existir en euskera, por lo menos vizcaíno, hasta el siglo XVII). También omitió la nada despreciable labor del afamado cronista real ─por cierto, hablando de universidades, formado en la Universidad de Oñate─ Garibay, que trae noticia de diversas canciones y tradiciones (que repetirá Oihenart en su Art Poètique Basque), al igual que omitirá el caballo de batalla de Alfonso Irigoien Modo breue de aprender la lengua vizcayna, compuesto por el dr. Rafael de Micoleta, presbytero de la muy leal y noble villa de Bilbao 1653 de Rafael de Mikoleta.

Pero ¿qué le voy yo a contar al señor Sarasola si prácticamente todo lo que he aprendido sobre ese "estadio arcaico de la lengua" se lo debo a él? (cf Luis Michelena; Textos Arcaicos Vascos; Ibon Sarasola; Contribución al estudio y edición de textos antiguos vascos, Anejos del Anuario de Filología Vasca «Julio de Urquijo», XI, Donostia, Euskal Herriko Unibertsitatea-Gipuzkoako Foru Aldundia, 1990). Por eso creemos que una omisión como la efectuada, en un foro distinto al vizcaíno, tiene otros motivos más oscuros que la sola falta de tiempo, aún más teniendo en cuenta el peso otorgado a la "desaportación" vizcaína en una charla destinada a explicar el proceso de estandarización lingüística.

Tras la mencionada omisión, Sarasola se va a centrar en desacreditar el proyecto literario que mayor prestigio pudiera tener, llevada a cabo por eclesiásticos entre los siglos XVIII y XIX, fruto de una reflexión, ya moderna, sobre la conveniencia o no de la educación de masas[26] y las nuevas ideas vanguardistas que los de la Bascongada, primero, y los ejércitos napoleónicos, después, están diseminando por Europa. El desprestigio se lleva a cabo reduciendo la tradición literaria de esa época a los testimonios impresos y reconocidos por los grandes filólogos posteriores Mitxelena y Villasante; es decir, de 1800 a 1821. Desde luego, a nuestro entender, es la tradición que pudiera haber resultado más útil para la empresa unificadora; ya con una intención didáctica, como decíamos, y no meramente testamentaria o documental, como había resultado hasta esa fecha. Los franciscanos, en general, y en todo el país, llevan a acabo las famosas misiones, y paralelamente, también en todo el territorio de Hegoalde[27], los jesuitas hacen lo propio; podríamos hablar de Fray Bartolomé, Añibarro, los Mogel, los Astarloa, etc.

Creo que Sarasola, poco más o menos, vino a decir que la literatura vizcaína se reducía de 1800 a 1821, y que posteriormente se había dedicado a vivir de las rentas. Cuando le preguntamos sobre los sermones de Juan José Mogel Mayatz illeraco Loreen Berbaldijac Tolosa, Eusebio López, 1885, [28], publicados casi 40 años después de la muerte del autor (1849), nos respondió que esos sermones no tuvieron ningún impacto cultural.

Decididamente, la época clásica vizcaína ni dura sólo veintiún años de producción[29], ni se puede reducir su acción cultural según parámetros literarios actuales anacrónicos, ni según sean o no mencionados en la obra de Mitxelena o Villasante. Por un lado, porque la transmisión de los libros hasta antesdeayer se ha realizado por "libros de mano", como diría el Brocense, es decir, por copias amanuenses; baste leer la obra de Julien Vinson sobre las pastorales, quien deploraba la pérdida de documentos literarios de esa índole[30], o, más concretamente a la época que tratamos, el famoso Peru Abarka[31] de Juan Antonio Moguel[32] publicado ochenta años más tarde de haberse escrito[33] y, sin embargo, no del todo desconocido para los franciscanos de Zarauz[34].

Por todo esto, el "impacto cultural" de una obra, en aquellos siglos epistolares nos parece, cuando menos, difícil de determinar; sea suficiente con recordar los aludidos sermones de Juan José Mogel para darse cuenta de que algún interés tendrían para que un editor los publicase aún cuarenta años más tarde, como suficiente ha de ser, por otro lado, el ojear los catálogos de su editor[35], para hacerse cargo de cuál era la cultura libresca que imperaba en ciertos círculos culturales del país. En lugar de esas afirmaciones categóricas, deberíamos intentar determinar qué estratos culturales existían en cada época; dicho de otro modo, los distintos niveles de abstracción que se suelen considerar en dialectología pueden resultar muy útiles para los estudios literario-sociales. Queremos decir que en materia literaria vasca nos hemos puesto a teorizar antes de analizar: Unamuno reconoce la influencia que ejerció sobre él San Luis Gonzaga[36], pero probablemente, una comparación de la biblioteca que heredó de su vergarés e indiano padre y la lista de títulos de la editorial de Eusebio López que hemos facilitado en nota a pie, nos convenzan de la necesidad de distinguir niveles culturales y precisar "impactos" socio-culturales.

Respecto al desprecio que este tipo de literatura pueda despertar en nosotros, debemos recordar, no sólo que el más preciado libro de la literatura vasca es un libro ascético, sino que durante siglos ha sido la religiosa la única literatura tenida en cuenta. Mejor dicho, el concepto de literatura ha quedado, a partir del romanticismo, enormemente restringido. En el mundo de los s. XVI-XVII, por ejemplo, los libros que trataban cuestiones teológicas escritos en latín eran los más estimados, los que tenían mayor prestigio, es decir, los dedicados a la universidad (estamos hablando del espíritu científico e intelectual de la Península, efectivamente, tan distinto del de Huarte de San Juan); la literatura ascética, o la dedicada a cuestiones teológicas "facilitadas", escrita en vulgar, solía ser la siguiente en dignidad, y es aquí donde hay que situar la obra de Axular. Y, por fin, los "best sellers" eran las silvas y pupurrís de varia lección, los libros de viajes, etc., con gran aceptación pública pero poco prestigio. La purga de libros que llevan a cabo el cura y el bachiller en el Quijote puede ilustrar no qué libros eran los más apreciados sino cuáles apreciaba Cervantes, que a fin de cuentas era un renacentista, un humanista.

La literatura actualmente se entiende bajo un exclusivo punto de vista: el del género al que pertenece, poesía, narrativa o teatro. De esta forma, se relativiza la "peligrosidad" de lo que se dice ─digamos, por explicarlo metafóricamente, que se trata de sexo, pero en un marco controlado[37], dentro del matrimonio─, puesto que lo que se dice no sale del marco de la ficción, y así el libro en cuestión nos impresionará por su "verdad", esto es, por su verosimilitud, por lo cercano que sintamos el libro con respecto a nuestra experiencia personal.

En efecto, la pregunta sobre la literariedad del género epistolar o de los escritos de Larra, (y, en general, de aquellos "afrancesados" que el Nacionalcatolicismo de la crítica hispánica, no sabiendo cómo podrían caber en la conceptualización y definición que poseen del espíritu nacional, decide eliminarlos de toda consideración y de todo estudio con semejante epíteto) o la consideración del ensayo como literatura (y, dentro del ensayo, de los sermones y otras oratorias) o, junto al famoso prólogo de Quevedo que nos previene contra los prólogos inútilmente largos, las introducciones como la del Diccionario Trilingüe de Larramendi ─una de las plumas castellanas más elegantes del s. XVIII─, u otros ensayos políticos, la pregunta sobre la literariedad de un largo etcétera, en suma, variaría notablemente no sólo nuestra comprensión de la literatura, sino que, probablemente desmoronaría los edificios ideológicos de las distintas literaturas "nacionales". Creemos que es en este marco donde hay que entender los experimentos genéricos que realiza Bernardo Atxaga[38] con sus "lecciones" transformadas en "novelas cortas", y, según esto, también cabría preguntarse hasta qué punto obedece a la convención de novela su excelente Gizona bere bakardadean teniendo en cuenta lo inusual de la longitud de sus capítulos.

Pero volvamos a nuestro tema. Tras el intento social de la Bascongada, el reaccionarismo posterior vuelve a estas raíces de instrucción del pueblo en materia conductual, cúltica y ritual, pero en nada más. Es una época de avances y retrocesos en el campo ideológico que entroncará, ya en el siglo XIX, con la labor dialectológica de L.L. Bonaparte, básicamente a través de J.A. Uriarte para nuestro ámbito geográfico. Tanto los escritores del XVIII como luego Uriarte tienen conciencia de estar creando un dialecto literario (también, generosamente, y ante el poco desarrollo que parecía tener el guipuzcoano, escribieron con la misma intención en este dialecto) y su apuesta es, como siempre, por la modalidad oriental; por ejemplo, la traducción de la llamada "doctrina de Bermeo" de Uriarte tiene unas características lingüísticas más afines a Markina que a Bermeo.

El nombre de Mitxelena es utilizado por, prácticamente, todo el mundo, pero nunca pensamos que se pudiesen hacer significar sus ausencias y silencios como si de un Blas de Otero se tratase. Creo que tanto al libro de Mitxelena Historia de la Literatura Vasca, como al de Villasante del mismo nombre hay que conferirles el valor histórico que tienen, exactamente igual que sucede con la obra de Sarasola Historia social de la literatura vasca, como bello y "txillardegista"[39] intento de enganchar el País al perdido tren de Arnold Hauser. Son libros fundacionales, referenciales y vertebradores. Fundacionales y referenciales, por que su finalidad era que los escritores conociesen las fuentes; la bibliografía que Villasante ofrece en cada capítulo está dedicada a dirigir a los investigadores y estudiosos, la perspectiva de Sarasola a ofertar una alternativa ideológica para la unificación lingüística. Y son libros vertebradores para la verdadera empresa que entonces atañía, para la estandarización de la lengua a partir de modelos escritos y no exclusivamente orales y localistas; a partir de aquí ya no valía aferrarse al habla aprendida del "pecho materno", cabía aprehender y tomar ejemplos de otras modalidades, igualmente válidas (lo fundamental, precisamente, es la distinta valoración que ofrece esta generación respecto de la anterior).

Con todo, creemos que una de las faltas que estamos cometiendo en las universidades es la biblificación de este librito: el libro de Michelena ha de ser punto de partida para trabajos de investigación y estudio, precisamente por su poder evocador[40] y condensado; pero no nos podemos quedar en eso[41], aprendérnoslo de memoria y nada más, como siguen haciendo algunos profesores universitarios. El que un libro, o un aspecto de él, no aparezca en estas historias de la literatura vasca ─Maiazko Loriak de Juan José Moguel sí que aparece en la de Villasante, contrariamente a lo que Sarasola opinaba─, no supone automáticamente su inexistencia, sino el desconocimiento que de su existencia tienen sus autores en un determinado momento (una historia de la literatura que considera un catecismo del que tan sólo se tiene indicios, no desestimaría unos sermones que presentan claros paralelos referenciales con la obra de Axular). Si los estudios tienen que partir de estos dos libros, Mitxelena y Villasante, no pueden concluir en ellos, hay que avanzar constantemente, en esa línea o contra ella. Resumiendo, esas historias tienen un valor histórico que hay que analizar y descifrar, valor histórico difícilmente ponderable mientras se mantenga la mitificación de sus autores.

La tercera tradición es la única que considerará Sarasola; la que comienza a principios de nuestro siglo y termina con la Guerra Civil española. La revolución industrial comienza en Bilbao transformando profundamente todo el entorno. Tras la pérdida de los fueros el subsuelo queda sin protección legal ni arancelaria y esto atraerá el capital extranjero (británico), produciendo beneficios a veces de hasta el 400 por cien; el hierro vizcaíno llegó a ser más barato en Liverpool que el propio hierro británico allí. Pero la reacción nacionalista fue contraria a este proceso; tanto el nacionalismo español (Unamuno) como el vasco (Arana) proviene de una pequeña burguesía arruinada en la bolsa de Bilbao de esos años y su reacción es, pues, de exaltación de la aldea (sea española o vasca) en detrimento de la corte. Pero tanto sobre esto como sobre el desprestigio cultural de Bilbao ─tradicional para todos los círculos vascólogos: Bilbao es el pecado, es lo antivasquista por desvasquizado, lo contrario al euskera; paradójicamente esta reacción nacionalista antibilbaina cuajará en el propio Bilbao─ se hace cada vez más ineludible la labor de J. Juaristi El Chimbo expiatorio, etc., por lo tanto nos remitimos a él.

Es en este entorno de la Arcadia perdida donde hay que situar las novelas costumbristas de principios de siglo. En lo que al modelo lingüístico se refiere podríamos hablar de dos (o tres) subtradiciones, todas ellas dentro de un purismo antiromanista pero con importantes matizaciones: podríamos hablar de la tradición de Azkue y de la de Arana. Sobre la segunda no diremos nada, sólo que propugnaban el neologismo sin piedad ante cualquier romanismo; algo parecido a lo que sucedió en Albania, sólo que allí funcionó; creo que el propio Sarasola defendía en cierta manera el proceso albanés en la introducción a la edición en castellano de Obabakoak; bueno, para ser más exactos lo que proponía era la inoperancia de la razón científica ante la razón sociológica, es decir, que la aceptación general de tal o cual neologismo es la que determina su uso, y no la corrección filológica en su conformación. Derivamos de esto que si los aranistas hubiesen tenido a su alcance los medios de comunicación y la educación el euskera hubiese cambiado en una medida indescriptible, como de hecho ha cambiado, por la fuerza de otro purismo anticastellanista, comprensible aunque no justificado (Cf. el desarrollo larramendiano de la derivación en el diccionario de Kintana, o magisteriales doctrinarias posturas como la de ciertos libros de "estilo", por ejemplo Esnal-Zubimendi, donde el tono de quien habla a sus "queridos feligreses" no ha desaparecido). Pero, en cualquier caso, el planteamiento purista en general suele demostrar un rechazo a la tradición y a la historia con la que evidentemente no estamos de acuerdo; de todas maneras creo que los aranistas consiguieron muchos logros literarios aún insuficientemente estudiados.

La otra subtradición es la de los moderados, quizá demasiado rápidamente identificada con Azkue. Son los Txomin Agirre, Etxeita, etc. Es la única tradición considerada por Sarasola. Esta tradición será rápidamente desprestigiada por Sarasola en cuanto se pueda fundamentar el purismo de Azkue, incluso, basándose en una tesis reciente, demostrar que el purismo de Azkue era más exarcebado que el de Arana. Con este desprestigio se consiguen dos cosas, una la no consideración en absoluto de ninguna aportación vizcaína al euskera estandar, y la otra la supresión total del pilar básico de la obra de Azkue, la tradición oral; así volvemos a prescindir de las hablas, que en tiempo de Azkue habían conseguido una importancia fundamental aun siendo "depurada".

Con la supresión de Azkue, ya que su purismo parece superar al de Arana, esta identificación anticoseriuriana habla=norma se cierra sobre sí misma, las hablas, que tanto habían significado para Azkue, ya no tienen ningun lugar en el proceso de estandarización de la lengua. Aquí creemos que Sarasola comete otro error científico imperdonable, el de ridiculizar las labores dialectológicas en general, al querer desestimar la ideada por Azkue ─el caso curioso es que al final Azkue y Sarasola vienen a proponer lo mismo: el guipuzcoano como base de la lengua estandar[42]─. Evidentemente estoy hablando del malogrado cuestionario triple Erizkizundi irukoitza[43]. Pero creemos que sobre la historia de la dialectología vasca ya hay un libro, que como casi todos los de interés, ha pasado inexplicablemente sin pena ni gloria entre nosotros: Rosa Miren Pagola; Dialektologiaren atarian (Euskal Dialektologiaren historiara hurbilketa). Creemos que una lectura atenta del mismo puede borrar todas esas sonrisas despreciativas tan poco científicas de las lecciones pragmáticas.

 

2.b.iii. "Impracticabilidad"[44] del sistema

 

Una vez vencido el contrincante con mayor base sociológica, el vizcaíno, a Sarasola le queda vencer las ideas unitaristas con cierto halo idealista. Se tratará en cualquier caso de demostrar la inoperancia de una propuesta basada en la tradición literaria en función precisamente de su antigüedad, ahora transformada en arcaísmo, al igual que sucedía con la tradición literaria vizcaína (y no únicamente vizcaína) de los siglos XVI-XVII. Si para atacar el vizcaíno la clave estaba en demostrar o su falta de tradición literaria, o de tradición literaria unitarista, la clave para desestimar esta otra propuesta, la exclusivamente filologico-literaria, será la sociológica.

Efectivamente, Sarasola subrayó la falta de "realidad" de la propuesta de Krutwig, aunque le dió el papel de concienciación práctica de la necesidad de la estandarización que en realidad parece que históricamente tuvo; es decir, sirvió para que la siempre minoría de escritores se embarcara en una campaña común. La falacia de la propuesta, según Sarasola, estaba en que el planteamiento respondía ─por mencionar el modelo esgrimido en la época─, a la Italia de Petrarca y Dante, y no al italiano actual. La unificación literaria italiana en torno al toscano no se realiza en el siglo XX, sino en el XIV, la conciencia italiana no es la de estar leyendo un dialecto en concreto sino la de leer la lengua estandar. Paralelamente, aunque podríamos imaginar un estandar basado en el labortano de Leizarraga, para apostar por esta propuesta la unificación debería haberse ido realizando sin interrupción desde el XVI, cosa que no ha sucedido.

Tengo que decir, en cierto modo contra Sarasola, que dentro de esta propuesta, la inicial de Krutwig, los modelos literarios se acercan en algunos puntos, de una parte, al habla o a las hablas que a mí personalmente me circundan, las vizcaínas occidentales ─desde Bermeo hasta Bilbao: Bakio, Mungía, Fruiz, y Txorierri, (cf. Pablo Zamarripa; El manual del vascófilo) y desde Kanala hasta las proximidades de Lekeitio: Natxitua, Izpaster, etc., evitando el radio de acción de Gernika y de Lekeitio propiamente─; de otra, a su vez están más cerca de aquél período protoliterario de los siglos XV-XVI vizcaínos (Refranes y Sentencias, Garibay, etc.) que desde el principio de su intervención Sarasola ha omitido. Lo inexplicable de la elusión, excepto por la brevedad de la lección, es que, repetimos, los estudios de Sarasola-Mitxelena en este campo son sobradamente conocidos ─si es que se puede conocer con sobra─. Como antes decíamos, nosotros mismos sólo los conocemos a partir de su labor, Textos Arcaicos Vascos, la de Satrústegi, Euskal Idazle Zaharrak y la de Irigoien. Lo que sí podemos intuir es que al abrir un cajón llamado "estadio arcaico de la lengua", todo lo que se introduzca en ese cajón quedará fuera de la dinámica del euskera moderno; pero quizá esto sea pecar de suspicaz y receloso. Las soluciones sistemáticas convergentes en cuestiones morfológicas, uso del aoristo[45], ablativo antiguo[46], etc., demuestran que hubo una unidad anterior, probablemente a través del dialecto que Mitxelena denomina meridional, esto es, el alavés (cf. la doctrina de Llodio, el diccionario de Landucci, la obra poética de Gámiz y, probablemente, los manuscritos de Oñate) y el altonavarro meridional (Juan de Amendux, justas poéticas con motivo de la celebración del día del Corpus, etc.)

La inoperancia de textos con reconocido prestigio y evidente valor lingüístico, como Leizarraga y Oihenart, se pretende demostrar en dos fases ligadas por una base supuestamente realista: la primera trata de decir que aquella lengua no es utilizada ─si es que alguna vez lo fue─ en ningún lugar de nuestra geografía. Podemos reconocer en Leizarraga al primer filólogo vasco y, en su empeño, el primer intento de unificación de la lengua (1571), pero, como parece ser endémico en este tipo de propuestas, se alió al bando perdedor (Reino de Navarra y Calvinismo), es decir, le faltó la base sociológica del albanés (extrapolando ahora lo que decíamos sobre aquel purismo de Arana por el romanismo de Leizarraga). Contra el hecho de que todas las literaturas europeas hayan surgido a partir de la traducción de "la teoría" por definición, esto es, de la traducción de la Biblia a lengua "vulgar", ─en nuestro caso el Nuevo Testamento─ Sarasola argüirá que la estandarización de las lenguas vulgares europeas en torno aquel proyecto cuajó en su época, y si no lo ha hecho, ya es demasiado tarde para llevarlo a cabo.

El problema con Oihenart es harto diferente, se le excluye únicamente en razón a su dificultad, y de su dificultad se deduce su artificiosidad. Oihenart es un hombre de chancillerías, lo mismo que lo fue Etxepare. Los estudiosos de Extepare parecen más dispuestos a relacionarlo con el versolarismo[47], ─del que apenas tenemos noticias anteriores al XVIII[48], haciendo gala de un anacrónico esencialismo lingüístico─ que con los cartularios estudiados por Cierbide, como evidente modelo de gráfico[49], y con el Cantar de los Cantares, como claro hipotexto literario. Pero la chancillería de Oihenart es distinta ─igual que son distintos sus hipo e hipertextos literarios, quizá más cercanos a la relectura que el s. XVII hace de la poética del descort y de la sextina provenzal[50]─ y es a partir de estas chancillerías desde donde otra posibilidad de estandarización de las lenguas europeas toma cuerpo. En este caso será la clase liberal, recientemente incorporada al tobogán del poder que empieza a significar la Universidad en el siglo XVII[51], la que pueda llevarla a cabo. El caso curioso es que Oihenart adopta como base para su proyecto de unificación de la lengua el dialectalismo; de este modo consigue retraer su lengua a ese estadio que antes hemos definido como "arcaico", buscando en la historia, a partir del dialectalismo, es decir de la geografía, las bases para su unificación. El proyecto cultural de Oihenart es ambicioso, quiere una lengua culta (pero que parte del conocimiento de la paremiología como todo humanista que se precie) con la cual poder equipararse al nivel del italiano de su época, superar aquellos modelos, tanto para los cantos cortesanos de amor, como para labores de más alto vuelo (O-ten Gastaroa Neurthizetan in Atsotitzak eta Neurthitzak[52]). Por eso dice que él no es poeta, porque a él ya no le toca superar los modelos literarios sino a sus continuadores; él se presenta como modelo vivo para los sucesores.

En definitiva, si las hablas y proyectos culturales vizcaínos habían sido excluídos por su vulgaridad y falta de tradición, el proyecto cultural de Leizarraga será menoscavado por su arcaísmo y por la evolución histórica de la lengua contraria al mismo, y, de igual modo, el proyecto de Oihenart lo será, además de por su tendencia arcaizante ─que creíamos era el criterio básico para el batua, pero que evidentemente entendimos mal─, en función de su excesivo cultismo ─cultismo que también equivocadamente pensábamos perseguía el estandar para su uso universitario─.

Es cierto, y esto lo deberíamos haber incluído en el apartado de las omisiones de Sarasola, que uno de los proyectos culturales de mayor envergadura del país lo protagonizó un ilustre guipuzcoano, Manuel de Garagorri Larramendi, y que si aquel proyecto no dió mayores frutos fue, como siempre, por causas de orden político (revuelta de la sal, motín de Esquilache, expulsión de los jesuitas, etc.). Lo que ocurre es que, evidentemente, si mencionamos al siglo dieciocho ─mención, por otra parte, interesantísima desde el punto de vista de la evolución del Racionalismo y de las gramáticas, desde Huarte de San Juan, hasta Etxeberri de Sara y Larramendi, y desde la ratio medieval hasta el jesuitismo, interés que probablemente el libro de Chomsky Lingüística Cartesiana pueda vivificar─, no nos queda más remedio que ampliar la producción y el impacto cultural del vizcaíno clásico, más allá de los veintiún años de existencia que Sarasola le concede. Pero, aún con su omisión, bien es cierto que estamos volviendo sobre el camino que Larramendi trazara; sólo esperamos que no acabemos diciendo como él que el verbo vascongado es "det" y luego existen las variantes dialectales de "dot" y "dut" (El imposible vencido).

 

3 CONCLUSIONES

 

Resumiendo; los pasos argumentativos de Sarasola son los siguientes:

 

1- Desautorización cultural de Bilbao; Eliminación de posibles mercados con criterio distinto al guipuzcoano

2- Supresión de las hablas; se prescinde de ellas por su carácter popular, el Batua ha de ser el estándar culto.

3- Identificación de las normas con un único dialecto literario por cada provincia.

4- Desestimación del archisistema de la lengua para la norma literaria

5- Identificación de la norma literaria con la norma considerada guipuzcoana

 

A lo largo de todo el trabajo hemos ido objetando punto por punto desde una perspectiva científica e histórica; pero, finalmente, parece ser que el único criterio capaz de valorar una empresa como la que comenzó hace treinta años es su funcionalidad actual. Si entendemos por funcionalidad el asegurar el futuro de la lengua vasca, creo que evidentemente se ha conseguido, y por lo tanto, no cabe la menor duda del éxito obtenido: el euskera no morirá ni este siglo ni en los próximos, al menos hasta la llegada del siguiente Antíoco IV Epífanes. Ahora bien, si, independientemente de esto, se considera el volumen de población vascoparlante que se ha dejado al margen de dicha empresa, con la consiguiente pérdida de recursos humanos y lingüísticos ─aun cuando se pueda aducir el paralelo de otras lenguas, sean minorizadas o mayorizadas─, efectivamente, el gasto ha sido muy importante; hay mucho trabajo por realizar y no precisamente en el camino que apunta Sarasola, estrechando el embudo. Es decir, y para optimizar recursos, mi primera pregunta queda en pie: ¿cómo puede un vascoparlante de cualquiera de las hablas del país incorporarse al carro de la estandarización de la lengua?

Pero vamos a intentar un paso mayor aún. No se trata de quedarnos en unos tiquismiquis sobre la importancia o no de la aportación vizcaína al proceso de estandarización de la lengua; la historia siempre se puede desvirtuar, o dicho de un modo más civilizado, de la historia se pueden sacar argumentos que defiendan y justifiquen cualquier posición, la posición vencedora no es invariablemente, jamás lo ha sido, la más razonable, ni la más verdadera, ni la más científica. En estos momentos Sarasola tiene el poder conferido por el argumento de autoridad, no importa su razón filológica ─si la tiene mejor para todos, pero ese es un problema secundario─, siempre será obedecido. Y esto es inamovible hasta el próximo cambio de generación[53], que ocurrirá dentro de diez o veinte años. Pero nuestra preocupación no es la del poder, quizá lo sea algún día, pero no hoy; nuestra preocupación es intentar deducir las razones de esta actitud guipuzcoanista en el seno de Euskaltzaindia y las reacciones que despierta, incluyendo este mismo trabajo-contestación, dentro de un marco global explicativo.

Como decíamos al principio, cada vez nos parece más necesario intentar ligar los procesos culturales, incluida la empresa de estandarización, con la historia externa. Podemos así recomenzar la historia de las sucesivas estandarizaciones de la lengua vasca equiparándola con la sucedida en otros pueblos. Podría decirse que hay tres o cuatro momentos básicos en la historia de Europa.

El primero de todos sería el desarrollado en torno a, precisamente, los Studia Humanitatis, de los siglos XIII, XIV y XV. Para esto hará falta un clima grecolatinófilo importante. Este momento no sobreviene a Euskal Herria más que por el tamiz de la religión. Ese intento pedagógico, donde el poeta era considerado rhetor, conlleva una reflexión sobre la información (la Biblia) su monopolio y su difusión, que dará su fruto con la Reforma. y más exiguo como tal intención estandarizante, con la Contrarreforma; en el país observamos así la obra de Leizarraga (alguna esperanza tenemos de que algún día se estudie a fondo la actividad de la universidad de Orthez), y, casi seguido, el aluvión de catecismos católicos que deciden qué es lo que conviene conocer ─recordemos siempre que a fin de cuentas la historia de la Biblia es la historia de la censura, judía y/o cristiana─.

La otra vertiente de los Studia podría emblematizarse en torno a las chancillerías; se trata de la otra exégesis, la de la Ley. El momento de la traducción, básicamente realizada por el clero y por las cortes de los mecenas en el momento anterior, da paso a un momento institucional: los orígenes de estos amanuenses son más oscuros (más judíos[54]), y sólo a través de la negra honra queda libre el paso de las clases liberales hacia la información. Esto estará íntimamente ligado a una secularización de la universidad y un proceso tecnificador que aunque lento es contínuo hasta nuestros días. Ese momento es lo que une (y enfrenta) a Etxepare con Oihenart, ambos dos exegetas de la ley: el clero que conoce el lenguaje de la ley, como administradores que eran hasta esa fecha de la misma, y la casta técnicamente especializada, descendiente espiritualmente de aquellos hidalgos escribientes de cartas latinas, cada vez menos hijos de nada, y descendientes materialmente de una burguesía que crece en torno a la imprenta ─y por tanto en torno a la orfebrería, y demás mésteres mercantilistas─, que poco a poco va desembarazándose de los mecenas.

Podríamos decir que tanto el momento filológico de la Reforma, la traducción por definición, como el momento chancilleresco del nacimiento de la ciencia, de la aplicación de la fórmula en la realidad, se frustran en nuestro país por obra y gracia de la casta cural, que no está dispuesta a soltar sus posesiones. Esa casta cural sí llega a conformar un unidad varia, más por la acción homogeneizadora de la Iglesia que vela por la seguridad de la información que por voluntad unitarista. Pero, en sí, Axular, aunque es un escritor que siempre está en alza, no tenía intención estandarizadora, aunque efectivamente supusiera una importante labor cultural en favor de una burguesía que aún no se sentía muy segura de sí misma.

En el s. XVIII vuelve a plantearse la cuestión pedagógica, pero de un modo más claro ─sin Dios─ y más práctico; y vuelve a reaccionar la casta cural. Pero en esta segunda reacción ya se ha aprendido algo, a saber: que cuanto más se facilite la comunicación mayor poder se alcanza. Y aquí la conciencia de la recreación de los dialectos literarios sobrepasa a cualquier otra reflexión, exceptuando la propia función misionada de los dirigentes culturales del momento, de los curas.

Este enfrentamiento, entre una ya descarada casta burguesa a la que los límites legales se le han quedado pequeños para la nueva dimensión que ha alcanzado el comercio, y el aferramiento de las castas mandatarias tradicionales a las antiguas fuentes de ingresos, a la tierra, llega a su cenit en el s.XIX cuando se descubre el valor humano como fuente de ingresos (el proletariado/el servilismo); el verdadero poder de la ideología y el amaestramiento de la gente como inversión a largo plazo, y la compra del trabajo por encima de las compras inmuebles. Podríamos alejar el problema imaginado la guerra de secesión americana, o acercarlo, con las consabidas guerras carlistas. o representarlo como una lucha entre el campo y la industria, entre la renta y la inversión, etc. Para nosotros, además de la liquidación del Antiguo Régimen, supone el nacimiento de la industrialización y del nacionalismo: último tren para la estandarización.

Por sistematizarlo de alguna manera podríamos proponer el siguiente esquema:

 

A) Studia Humanitatis: interpretación textual

1-Biblia, Filología, Traducción, Navarra, clero, Leizarraga, religión, luchas intereclesiásticas

2-Ley, Derecho e Historia, Chancillería, Navarra, p. liberales, Oihenart, luchas por la hegemonía europea

3-Sabiduría, costumbres y paremiología, interés humanista, comisionados y casas reales, p. liberales y clero, Garibay y Refranes

 

B) Contrarreforma, homogeneización[55] a través de la Inquisición:

1-Teología, Catecismos, instrucción del pueblo, traducción libre, Bilbao y litoral,

2-Ética y ascética, instrucción de la burguesía, imitación y recreación del canon católico, provincias costeras, Donibane Lohitzun y Lapurdi

 

C) Ilustración y contrailustración: repercusiones económicas de la educación

1-Retórica y pragmática, artes técnicas y gramática, Gipuzkoa, pequeña aristocracia rural y villana que intenta convertirse en burguesía, clero perteneciente a órdenes con vocación urbana, estudiosos hastiados de la escolástica, primeros economistas y profesiones liberales técnicas, La Bascongada y el teatro, Larramendi y el jesuitismo. Proyecto cultural de gran envergadura[56].

2-Moral y culto religioso, retórica menor y concordancias, Markina y Zarautz, sermones, ámbito rural, párrocos y franciscanos.

 

D) Romanticismo, nacionalismo e industrialización

1-Arana y Azkue frente a Bilbao, principios de siglo

2-Mitxelena y Aresti con Gipuzkoa, años sesenta.

 

Pero la pregunta vuelve: ¿por qué si el nacionalismo de otros pueblos cierra definitivamente el proceso de estandarización, entre nosotros sólo se traduce en algunos ensayos, y a la vez, en un radicalismo dialectalista? Creo que la respuesta no es, como pretende Sarasola, de estilo filológico-esencialista, no se debe ni a la inoperancia de los vizcaínos, ni a su "bárbaro" dialecto, ni a algo parecido, sino al el proceso mismo de la industrialización. El primer momento de la revolución industrial se da, precisamente, como decíamos, tras la liquidación del fuero y, consiguientemente, la desprotección del subsuelo. Esta desprotección atrae al ya experimentado capital británico, que necesita ese hierro para su imperio (es el imperio sobre raíles); pero la acción de ese libre capitalismo es desordenada, sin plan único ni previo, y las diferencias entre Bilbao y Bizkaia, existentes ya desde Chinchilla y procedentes de la desproporción demográfica, se agrandan, con el agravante de no contar con la función reguladora y arbitral del sistema foral.

La revolución industrial en Bizkaia es pues traumática; la reacción del nacionalismo no se debe exclusivamente a la pequeña burguesía arruinada con la entrada de ese macrocapital, simbolizable con el caso de Unamuno, sino también a aquella antigua casta mandataria de pequeños propietarios terratenientes (jauntxos), de alcaldes cuasihereditarios de fuero, y de curas que a punto están de perder su[57] última influencia ideológica con la crisis espiritual que plantea la modernidad, grupo humano que ha perdido su última baza con la disolución del Antiguo Régimen. Estas gentes crean el nacionalismo vasco, pero, como vemos, diametralmente opuesto a la industria y, sobre todo, a Bilbao. Por lo tanto Bilbao no puede ejercer la influencia aglutinante entre la población vascoparlante que se le supone comparándolo con Barcelona.

La emigración es fuerte, sí, pero no tanta como para descargar sobre ella todo el peso de la pérdida de la lengua; el problema es que la concienciación lingüística se realiza en otros ámbitos, y desde otras instancias, de tal forma que no se trata de proporcionar los medios necesarios para la integración de esa inmigración en la cultura vasca, sino todo lo contrario; la acción nacionalista no es gobernante sino defensiva, Bilbao es el cáncer que hay que cortar, no la ciudad que hay que gobernar. La ensoñación del caserío se realizará, paradójicamente, desde Bilbao, pero por esas castas que se sitúan de espaldas al avance de los tiempos; de ahí el concepto irreal y la idealización romántica del caserío.

Sin embargo, el proceso industrial, que se cierra en 1960, tiene unos tonos muy distintos en Gipuzkoa: la capital no es el núcleo del capital, sino una parada hostelera de la alta burguesía y aristocracia europea. El capital está diseminado en distintos puntos, y en pequeñas cantidades que favorecen la planificación a largo plazo y el cooperativismo. Esta planificación es un aval para los nuevos tiempos, es una racionalización de recursos y, sobre todo, no presenta ningún trauma en la población; va desarrollándose poco a poco y de una manera homogénea en toda la provincia (es posible que a esto se deba la menor fragmentación lingüística del guipuzcoano, si es que es cierto que está menos fragmentado). El poder empresarial vizcaíno es ajeno a los problemas culturales del país, pero no así el guipuzcoano: por lo tanto, en la práctica, el único poder en materia cultural será el guipuzcoano. Creemos que a esto exactamente se debe, y no a otra cosa, la gran presencia que el guipuzcoano tiene en el batua, y no a una causa lingüística.

Casos como el de Aresti representan bien los elementos demográficos vizcaínos no satisfechos con la actitud contraindustrial del nacionalismo vizcaíno; en el nacionalismo guipuzcoano, la contraindustriali­zación es exclusivamente formal, no hay ninguna ciudad que haga de chivo expiatorio, en todo caso, la pecadora será Bizkaia, y Gipuzkoa convertida así ─"la que mejor guarda las tradiciones vascas"[58]─ en albacea de nuestro legado cultural, no es de extrañar ese imperialismo guipuzcoanista al que Mitxelena hacía referencia. Paralelamente, la reacción vizcaína antiguipuzcoanista se manifiesta, la mayoría de las veces, como reacción antiestandar, y pro-habla rural, puesto que ideológicamente, para un vizcaíno, ambas normas, la guipuzcoana y la estandard emparentada, pueden simbolizar el traumático choque cultural que la industrialización supuso en Bizkaia.

Nuestro sentimiento ante esto es ambiguo. Por un lado creemos que el estandar, aun siendo guipuzcoanista, ha significado la única manera de integrar a Bilbao en la dinámica cultural del país. Por otro lado, somos conscientes del muro de incomprensión que se sigue levantando entre Bilbao y el resto de Bizkaia ─los vasco-parlantes bilbaínos siempre entenderán mejor a otro de Zarauz que a uno de Gernika─ y, además, el haber prescindido del 50% de los hablantes de la Comunidad Autónoma tendrá, sin lugar a dudas, sus repercusiones directas en la propia lengua.

 

                                                                                                                                               Muchas Gracias.



[1]Luis Michelena; "Guipuzcoano y vasco" in Sobre historia de la lengua vasca, t.I, Donostia, Anejos del Anuario del Seminario de Filología Vasca «Julio de Urquijo» 10, pág. 320-322, de BAP 1960, XVI, pp. 236-238.

[2]Por ejemplo en su Tratado de la historia de las religiones o en Lo sagrado y lo profano.

[3]Por ejemplo en Eugenio Coseriu; "Lengua abstracta y lengua concreta" in Sincronía, diacronía e historia, Madrid, Gredos, 1988, 3ª ed. 1ª reimpresión, pp. 29-67, contamos con unas apreciaciones muy interesantes para el caso del estandar literario:

«En las estructuras que constituyen la lengua es importante distinguir entre lo que es simplemente normal o común (norma) y lo que es oposicional o funcional (sistema) (...) En un sentido, la norma es más amplia que el sistema, pues contiene un número mayor de rasgos (...); y en otro sentido es más estrecha, pues representa una selección dentro de las posibilidades de realización admitidas por el sistema. Tal selección presenta variaciones "externas" (por ej., sociales o regionales) e "internas" (combinatorias y distributivas). Por consiguiente, la norma de una lengua representa su equilibrio "externo" (social, regional), entre las varias realizaciones permitidas por el sistema (...), y, al mismo tiempo, su equilibrio "interno", entre las variantes combinatorias y de distribución (que son "invariantes normales") y entre varios modos sistemáticos isofuncionales: (...) La norma como equilibrio del sistema puede llamarse norma funcional.

«De un modo general, se puede decir, pues, que una lengua funcional (lengua que puede hablarse) es un "sistema de oposiciones funcionales y realizaciones normales" o, mejor, sistema y norma. El sistema es "sistema de posibilidades, de coordenadas que indican los caminos abiertos y los caminos cerrados" de un hablar "comprensible" en una comunidad; la norma, en cambio, es un "sistema de realizaciones obligadas" (...), consagradas social y culturalmente: no corresponde a lo que "puede decirse", sino a lo que ya "se ha dicho" y tradicionalmente "se dice" en la comunidad considerada. El sistema abarca las formas ideales de realización de una lengua, es decir, la técnica y las pautas del correspondiente hacer lingüístico; la norma, los modelos ya realizados históricamente con esa técnica y según esas pautas. De esta manera, el sistema representa la dinamicidad de la lengua, su modo de hacerse, y, por lo tanto, su posibilidad de ir más allá de lo ya realizado; la norma, en cambio, corresponde a la fijación de la lengua en moldes tradicionales; y en este sentido, precisamente, la norma representa en todo momento el equilibrio sincrónico ("externo" e "interno") del sistema.

«Pero hay que subrayar que la lengua funcional no debe confundirse con la lengua histórica o idioma (como, por ej., la lengua española, la lengua francesa, etcétera). Una lengua histórica puede abarcar no sólo varias normas sino también varios sistemas. Así por ej., las realizaciones como [kaøa] y [kasa], por caza, son igualmente españolas, pero corresponden a dos sistemas diversos: en un sistema se distingue entre casa y caza, mientras que en el otro tal distinción no puede hacerse (por lo menos fonemáticamente). El "español" es, por lo tanto, un "archisistema" dentro del cual quedan comprendidos varios sistemas funcionales. El equilibrio entre los sistemas abarcados por un archisistema puede llamarse norma histórica.» pp. 53-57.

[4]Estamos utilizando el concepto de Coseriu de "Sistema, norma y habla"; Teoría del lenguaje y lingüística general, Madrid 1962 (3ª edición, Madrid 1973)

[5]Barcelona es una ciudad que en esa época está siguiendo muy de cerca todas las incidencias de París. Feria internacional, etc.

[6]Es interesante observar el carácter apostólico que figuras como Pompeu Fabra adquieren a finales de los 60 en la revista Anaitasuna de Bilbao, y no tanto en su homóloga guipuzcoana Zeruko Argia.

[7]Las deducciones lingüistico-culturales que estamos realizando son fácilmente constatables a partir del trabajo llevado a cabo por Jon Juaristi en su El chimbo expiatorio, ed. El Tilo, y otros.

[8]Para quien esté convencido de que no existe el nacionalismo español, no hay más que releer con mirada crítica cómo las historias de la literatura española ─cualquiera que sea, incluyendo la dirigida por Francisco Rico─ comienzan mencionando obras escritas en una lengua distinta al castellano (por ejemplo las cantigas de amigo) pero termina omitiendo premios nacionales escritos en lenguas distintas al castellano (por ejemplo G. Aresti en los tomos 8 y 9 de la mencionada colección) o desentendiéndose totalmente de literaturas escritas en otras lenguas distintas al castellano (por continuar con el ejemplo, con la literatura gallega, excepto la ridícula mención a Rosalía de Castro, absolutamente eclipsada con la excusa de Becquer). Estos nacionalismos, a veces, suelen abrir una mínima ventana, situada ya en el siglo veinte, a las "literaturas regionales" o "vernáculas" y, a la vez, promulgan el milenarismo del castellano mencionando las Glosas Emilianenses. Es decir, lo válido para una época no lo es para otra, y lo válido para una lengua no lo es para la otra.

También se pueden estudiar las diversas interpretaciones que ha tenido el Cantar del Mío Cid, a lo largo de la historia de la crítica literaria española, comparándola con la evolución conceptual de un mito de los orígenes. Evidentemente, la lectura del Cantar que se quiera científica tendrá que realizarse no desde presupuestos nacionalistas, conscientes o adquiridos, heredados del romanticismo, sino teniendo en cuenta las premisas de la época.

Una dirección interesante podría ser la decodificación del Cantar en los parámetros honor/vergüenza, honor adscrito y honor añadido de una parte, (Por ejemplo según el concepto de cultura mediterránea elaborado entre otros por Malina, Bruce J.; The New Testament World: Insights from Cultural Anthropology, Louisville, Kentucky, Westminster/John Knox Press, Rev. ed. 1993. 63-89.orr.), y, de otra, deducidas las constantes semióticas, intentar integrarlo en lo que parece era la intención de la obra: la lucha de dos sistemas politico-legales, el Fuero Juzgo asturiano frente al consuetudinario foral castellano. En el primero el máximo honor, el real, pertenece al honor adscrito, al de la cuna, el segundo, el foral, ese honor es adquirido por el compromiso; la manera de coordinar ambos se lleva a cabo con la colaboración de un personaje épico, el Cid, que ya ha superado las barreras de ese honor precisamente por su carácter mítico. El rey de Asturias, para poder serlo de Castilla tendrá que jurar. El punto donde ambos sistemas se cruzan es el punto donde el Fuero Juzgo observa la posibilidad de pérdida de ese máximo honor: el delito de Lesa majestad.

[9]Cf. El mito del liberalismo bilbaíno establecido y propagado por Unamuno ─unido al "jebo"─, recientemente expuesto por Jon Juaristi.

[10]«Nos referimos al romanticismo vascongado que prendió "en medio" de la agitación de espíritus que siguió a la ley abolitoria de los fueros, el 21 de Julio de 1876. Las leyendas de los héroes míticos vascos, Aitor, Lekobide, Lelo ("llegué hasta sentrime Lelo yo mismo"), Zara, Jaun Zuria, Amaya, puestas en circulación por Chao (sic), Navarro Villoslada, Goizueta, Araquistain, Vicente Arana, Trueba, etc, llenaron su cabeza de ensueños vascos que le llevaron a estudiar y hablar el vascuence, a empezar a "componer un diccionario vasco-castellano", a invocar el "árbol santo de Guernica", a hablar de los males de Euscalerría, a llorar, imitando a Ossián, "la postración y decadencia de la raza", a "execrarel presente miserable", a maldecir, empujado por un "romántico soplo de antiurbanismo" rousseauniano, de la desvasquizada Bilbao, ¡cuando en ella se estaba incubando el bizkaitarrismo!, a refugiarse, en busca del euscalduna no "contaminado por la alegría de los intrusos", del "arratiano" ideal, en Archanda, Arnótegui, Pagasarri, en las "hondonadas de Buya", en las "frondosidades de la encañada de Iturrigorri",....» José Antonio Ereño Altuna; "introducción" in Miguel de Unamuno y Jugo; La unión constituye la fuerza, Bilbao, 1994.

[11]«...aunque también tengamos que admitir que el peor, el más duradero y peligroso de todos los errores ha sido hasta ahora un error de dogmáticos, a saber, la invención por Platón del espíritu puro y del bien en sí. (...) En todo caso, hablar del espíritu y del bien como lo hizo Platón significaría poner la verdad cabeza abajo y negar el perspectivismo, el cual es condición fundamental de toda vida;... (...) Pero la lucha contra Platón o, para decirlo de una manera más inteligible para el "pueblo", la lucha contra la opresión cristiano-eclesiástica durante siglos ─pues el cristianismo es platonismo para el "pueblo"─ ha creado en Europa una magnífica tensión del espíritu,... (...) Es cierto que el hombre europeo siente esa tensión como un estado penoso; y ya por dos veces se ha hecho, con gran estilo, el intento de aflojar el arco, la primera, por el jesuitismo, y la segunda, por la ilustración democrática:...» "Prólogo" in Más allá del bien y del mal, Madrid, Alianza Editorial, 1988, Trad.: Andrés Sánchez Pascual, pág 18-19.

[12]Itziar Laka; "Bizkaiko Aldundiaren euskarazko katedra (Hiperbizkaieraren historiaz) in ASJU, XXI-2, 1986, 409-424.

 "Euskal Izkindeako aditza. (Hiperbizkaieraren historiaz II.) in ASJU XX-3, 1986, pp. 705-754.

"Sabino Arana Goiri eta Hiperbizkaiera (Hiperbizkaieraren historiaz. III)" in ASJU, 1986, pp. 13-39.

[13]"Baionako Biltzarraren Erabakiak" in Euskara Batua zertan den, Aranzazu, Jakin, 1977, 3.edizioa, 182 y ss.

Baiona'ra euskaldun idazleak eta irakasleak bildurik, hona hemen Biltzarrak ontzat eman dituen puntuak.

Batasunari buruz, euskaltzale guziei erabaki hauek betetzen hasteko eskatzen diegu; eta bereziki Euskaltzaindiari egiten diogu dei bat, bere aipamen guziaz gure erabaki hauek aztertu ondoren onar ditzan.

                                                                                                                       IDAZKARITZA'KO HIZKUNTZA SAILLAK.

                                                                                                                                                       (1964-eko abuztuaren 29-30)     

[14]No queremos, ni de lejos, utilizar este término en ninguna acepción negativa. Acepción ruin y utilizada normalmente por burros sin otro argumento más que el xenófobo. Muy al contrario utilizamos este término describiendo a quienes reciben el euskera como segunda lengua, sean adultos o niños. Con esta nueva acepción incluímos también a la cada vez más importante aportación de las ikastolas de zonas antes monolingües.

[15]Cf. José Ignacio Hualde-Xabier Bilbao; A Phonological Study of the Basque Dialect of Getxo, Donostia, Anejos del Anuario del Seminario de Filología Vasca «Julio de Urquijo» XXIX, 1992

[16]«Un buen resumen de la dificultad que conlleva el concepto de dialecto, con referencias y citas directas, puede encontrarse en Rosa Miren Pagola; Dialektologiaren Atarian (Euskal Dialektologiara hurbilketa), Bilbao, Gero, 1992, todo el primer capítulo, y especialmente a partir de la pág. 26. Por ejemplo, extraemos de la pág 40-41 que según Heredia (1983, 480) el dialecto es una "unidad o categoría del análisis lingüístico" o que Jean Séguy (1973, 27-28 y 35) «frogatzen du "dialekto hitzak, tokitasunezko esanahirik estuenean hartuta, funtzio bikoitza betetzen duela, hizkuntz ikuspegiz komunitate arteko harremanak finkatu beharrari erantzunez, eta ikuspegi sozialez, komunitate auzokideak elkarren artean mugatzeko.» Para terminar, del mismo libro sacamos (pág.42) la cita de José joaquín Montes Giraldo (1970, 18): «... no puede elaborarse un concepto de dialecto sobre base lingüístico-estructural válido para cualquier lengua en cualquier época, sino que, como ya lo han reconocido algunos estudiosos, tal concepto tiene que ser elaborado para cada caso concreto, lo que nos da una idea del estado de la cuestión».

[17]Muga linguistikoak oinarri objetiboekin ezartzeko ahaleginak gero eta haundiagoak dira. Frantzia, Geografia linguistikoan beti aintzindari izan dena, da orain ere atlasak egiteko jokabide metodologikoak ematen dituena.

NALF egiteko erabilitakoetan oinarrituta (19), H. Guiter saiatu da printzipio batzu ezartzen edo teknika bat eskaintzen, metodo estadistikoaz baliatuz, muga dialektalak finkatzeko, honako helburu hauekin:

1. Isoglosen sortak agertarazi muga linguistikoak ezartzeko.

2. Eremu baterako atlas edo mapa bat baino gehiago egin direnean eta dentsitate ezberdinekoak gertatu direnean, aldaketa eta trukaketa formularen bat erabili muga linguistikoa ezartzeko. (...)

3. Muga linguistikoak hizkuntz familietan, famili bateko hizkuntzetan, hizkuntza bateko dialektoen artean, subdialektoen artean, hizketetan... hierarkizatu. (20)

R.M. Pagola; Op.cit., pág 47-48.

[18]Cf. Mitxelena; "Encuestas lingüísticas..." in op. cit.

[19]Errectore Jaun baten instruccinuac ezconduric vizi dan bere Adisquide Necazari batentzat, habla local a fines del XVIII. De Luis Michelena; "Bibliografía" in Fonética Histórica Vasca, Donostia, Publicaciones del Seminario JULIO DE URQUIJO de la Excma. Diputación Foral de Guipúzcoa, 1985. pág. 32.

[20]«Valdés: ¿Por qué queréis que me contente? ¿Vos no veis que, aunque Librixa era muy doto en la lengua latina (que esto nadie se lo puede quitar), al fin no se puede negar que era andaluz, y no castellano, y que scrivió aquel su Vocabulario con tan poco cuidado que parece averlo escrito por burla? Si ya no queréis dezir que hombres imbidiosos por afrentar al autor an gastado el libro.

Pacheco: En esso yo poco m'entiendo, pero, ¿en qué lo veis?

Valdés: En que, dexando aparte la ortografía, en la cual muchas vezes peca, en la declaración que haze de los vocablos castellanos en los latinos se engaña tantas vezes, que sois forçado a creer una de dos cosas: o que no entendía la verdadera sinificación del latín (y ésta es la que yo menos creo) o que no alcançava la del castellano, y ésta podría ser, porque él era de Andaluzia, donde la lengua no stá muy pura.»

Juan de Valdés; Diálogo de la lengua, edición de Antonio Quilis Morales, Barcelona, Plaza & Janés, 1984. pág 80.

[21]Sarasola reconoció que el único problema que en aquel tiempo se planteaba era el de conseguir una lengua de cultura, es decir, una lengua "culta". En nuestro fuero interno estamos convencidos de que no es casualidad que cada vez que hay un interés humanista-sapiencial los eruditos estudien el aforismo y refranero popular, por ejemplo, o dicho de otra manera, un índice de cultura de una zona determinada podría establecerse en función del interés que "el pueblo y su manera de conceptualizar" despierta entre los doctos; es otra manera de ver las cosas.

[22]Esta clasificación no es exclusiva nuestra: Mikel Zarate; Bizkaiko Euskal Idazleak, Bilbo, Derioko Seminario-Ikastetxea, 1970, divide la literatura vizcaína, aunque con distinta denominación, de un modo análogo: 1) "Asierako idazleak", 2) "Larramenditarren giroko idazleak", 3) "Aranatarren giroko idazleak", 4) "Gure aldiko idazleak"

[23]Hablando de imperialismo lingüístico guipuzcoano, estamos ante un caso inverso. Esta inclusión de la producción literaria alavesa dentro del concepto de dialecto vizcaíno ha sido duramente criticada, con razón, por estudiosos guipuzcoanos; Mitxelena prefería hablar de la variedad occidental, o meridional, distinguiendo una u otra siempre que fuese posible. La verdad es que, llámese como se llame, esta gran familia occidental y meridional, junto con el alto navarro meridional, ha sido el dialecto más extenso y con mayor número de hablantes de todos. Bien es verdad que las denominaciones y los tópicos andan siempre demasiado próximos: Zuazo (ver referencia inferior) distingue tres subdialectos alaveses: el occidental (Betolaza, Etxaguen), el central (Landuchio, manuscritos de Oñate), oriental (Portal, Gamiz). En cualquier caso, es fácil suponer que la desaparición de este dialecto meridional ocasionó el progresivo alejamiento de las variedades occidentales y orientales. Sobre todo este tema remitimos a nuestras fuentes:

Luis Michelena; "Introducción [Al Diccionario de Landuchio]" in Sobre historia de la lengua vasca, t.II, Donostia, Anejos del Anuario del Seminario de Filología Vasca «Julio de Urquijo» 10, pág. 762-782, de N. Landuchio, Dictionarium Linguae Cantabricae (1562), ed. de M. Agud y L. Michelena. Introducción de L. Michelena. Publicaciones del Seminario «Julio de Urquijo», San Sebastián 1958.

Luis Michelena; "Noticias sobre la obra de N. Landucci" in op.cit., pp.783-785; de BAP XV, 1959, pp. 123-157.

Koldo Zuazo; "Arabako Euskara" in ASJU XXIII-1, pp. 3-48.

[24]Ver anterior referencia a Zuazo.

[25]«En cuanto al tipo de lengua literaria ─tanto de Gavon-sariac como de El borracho burlado─ Peñaflorida busca un euskara más inteligible que el de su localidad natal, con cierta base en el guipuzcoano occidental y sobre todo con influjo de Larramendi, y tal vez de Kardaberaz y Mendiburu ─...─, que son los pioneros del guipuzcoano literario. Éste no estaba tan extendido y de ahí las vacilaciones del autor. La distinta naturaleza de las obras puede explicar algunas diferencias: en los villancicos locales el euskara parece tener tintes más localistas que en el borracho burlado y, desde luego, el léxico es más larramendiano. La obra teatral abunda en voces y expresiones populares, como hemos dicho, guardando el decoro y la verosimilitud. En ambas obras hay bastantes vizcainismos, lexicales sobre todo, y esto no es de extrañar puesto que el autor debía conocer el vizcaíno oriental de Markina por sus padres y tal vez el de Oñate por su mujer, sin olvidar que El borracho burlado se representó en Bergara, localidad guipuzcoana de habla vizcaína, y que varios de los actores eran de Markina. (...) Pero no es del todo cierto que el tipo de lengua literaria de Peñaflorida no tuviera continuadores ni ejerciera influencia alguna. (...) Y está por ver si el Diccionario de Azpitarte no se hace eco de las voces de estas obras o si algunos escritores que fueron protegidos por el mecenazgo del Conde o su hijo, como por ejemplo Juan Antonio o Vicenta Moguel las desconocían realmente y las mismas no ejercieron ninguna influencia en las obras de estos.»

Xabier Altzibar; "Introducción" in PEÑAFLORIDA, Xavier María de Munibe, Conde de; Gabonsariak; El borracho burlado, edición crítica a cargo de Xabier Altzibar. Vitoria-Gasteiz, Eusko Legebiltzarra = Parlamento Vasco, 1991, pág. 24-25.

[26]Jon Juaristi; "Las fuentes ocultas del romanticismo vasco" in Congreso de Literatura (Hacia la literatura vasca), Madrid, Castalia, 1989. pp. 165-192

[27]Mendiburu, etc.

[28]Lino Akesolo; OCD, "J.J. Mogel-en euskal lanak" Euskera, XXVI (1981), pp. 680 de Xabier Altzibar; Bizkaierazko Idazle Klasikoak: Mogeldarrak, Astarloatarrak, Frai Bartolome: Nortasuna, Idazlanak, Grafiak., Bilbao, Bizkaiko Foru Aldundia, 1992, pág. 364 nota a pie nº 569.

[29]La obra de Xabier Altzibar Bizkaierazko idazle klasikoak, antes menionada a pie de página, creo que es imprescindible, antes de hacer este tipo de afirmaciones.

[30]«Jamás ha sido impresa pastoral vasca alguna; se transmiten de generación en generación por copias manuscritas elaboradas con bastante poco cuidado.» Julien Vinson; Literatura popular del País Vasco, Trad.: Iñaki Urdanibia, San Sebastián, Editorial Txertoa, 1984. pág. 14. Una voz más reciente ─Patri Urkizu─, de la que nos queremos hacer eco, ha clamado ante nosotros en el desierto, acerca de la primera pastoral de la que se tiene noticia, anterior al Gvero de Axular, para la que, sin menos cabo de la edición multilingüe de lujo que Euskaltzaindia está preparando para el primer libro impreso en euskera, parece no haber dinero. La racanería de nuestras instituciones tiene también su valor histórico.

[31]El doctor Peru Abarca/Cathedratico de la Lengua bascongada/ en la Universidad de Basarte/ ô/ Dialogos entre un Rustico solitario bas/congado, y un Barbero callegero, llamado/ Maisu Juan. 1802 baino lehen (Prologo al Lector Vizcaino z.g., 153 + Nomenclatura z.g. ─19─, 21 x 14) de Xabier Altzibar; Op.cit., pág. 178.

[32]«Tamalez, XIX. mendeko gerrate (frantseste, karlistaldi), esklaustrazio eta etengabeko ezbeharretan euskarazko idazlan franko galdu bide da» Xabier Altzibar; Op.cit., pág. 161.

[33]El doctor Peru Abarca, catedrático de la lengua bascongada en la Universidad de Basarte ó diálogos entre un rústico solitario bascongado y un barbero callejero llamado Maisu Juan. Obra escrita por el presbítero D. Juan Antonio de Moguel. Durango, Imp. y Lib. de Julián de Elizalde, Artecalle, número 57, 1881 (240, 18 x 11) de X. Altzibar; Op.cit., pág 182.

[34]«Y aunque tardó tantos años en publicarse, la obra no era desconocida de los vascófilos, pues por el país se difundieron diversas copias manuscritas de la misma. Por de pronto, sabemos que el P. Añibarro la conocía (sin duda por habérsela dejado su amigo). Al morir Juan Antonio, su sobrino Juan José quedó con el original de Peru Abarca. Este a su vez, se lo dejó al P. Juan Domingo de Unzueta, franciscano exclaustrado, con la condición de que si alguna vez se restauraba el Colegio de Misioneros de Zarauz, fuese a parar allí la obra.» Luis Villasante; Historia de la literatura vasca, 2ª edición, revisada y completada, Burgos, Editorial Aranzazu, 1979. pág. 211-212.

[35]Por ejemplo, en el "Catálogo de las obras religiosas que se hallan en la casa editorial de Eusebio Lopez, Sucesor de la Viuda de Mendizábal. Tolosa." correspondiente a la edición de las flores de mayo de Juan José, antes mencionadas, encontramos:

El Sagrado Corazón de Jesús, por el P. Mendiburu.......................................................................72 (reales) Docena.

Camino Recto, en bascuence, letra grande para vista cansada; pasta fina................................................60

Ipuyac, Fabulas de Iriarte y Samaniego, por el presbítero Iturriaga, con multitud de grabados..........................48

Kempis ó imitación de Jesucristo, con las oraciones de la Misa, en bascuence, pasta fina...............................72

Visitas al Santísimo con las oraciones de la Misa, confesión, comunión y otras varias, en bascuence, pasta fina........50

Escu-liburua, impreso con caracteres grandes...........................................................................56

Id. mismo en tela.......................................................................................40

Perla ederra, para niños...............................................................................................22

El mismo libro, ordinario..............................................................................................18

Mes de Maria en bascuence..............................................................................................48

Libros de Misa del P. Cardaberaz.......................................................................................38

Id. badana..............................................................................................40

Perla ederra, dialecto bizcaino, caracteres grandes....................................................................40

Libros de ayudar a bien morir..........................................................................................48

Ongui, Bici, Ongui, libro provechoso para la lectura de las familias...................................................48

Libritos de San Ignacio, con su marcha..................................................................................9

Cánticos á la Virgen y San Luis Gonzaga, compuestos por un Padre de la Compañía de Jesús................................9

Nuevos oficios del Sagrado Corazón de Jesús, en castellano, por un Padre de la Compañía................................18

Id. en bascuence.........................................................................................9

Recuerdo histórico de Loyola, con su vista, en bascuence y castellano..................................................18

Libritos de las Hijas de María..........................................................................................9

[36]«eterna memoria y fecundo surco dejó en mí la congregación de San Luis Gonzaga» José Antonio Ereño Altuna; "Introducción" in Miguel de Unamuno y Jugo; La unión constituye la fuerza, Bilbao, 1994.

[37]La peligrosidad de la literatura y del sexo queda reflejada por los intentos explicativos reconciliadores o, peor, renarradores de libros que sumen ambas facetas; el Cantar de los cantares es un claro exponente de ello. Cf. Víctor Morla Asensio "La recuperación del Cantar de los cantares" in Iglesia Viva nº 174 Perspectivas de la sexualidad humana, 1994, pp. 585-592.

[38]Una reflexión sobre la apatricidad de la literatura fue expuesta por Bernardo Atxaga en su conferencia "El extraño caso de la oración causal" que tuvo lugar en la Universidad de Deusto, en las jornadas que organizó la "Asociación vasca de profesores de español", Deusto 1994-1995.

[39]Un aspecto de la labor que Txillardegi realiza en los años sesenta en la revista Zeruko Argia puede muy bien resumirse en un acercar bibliografía moderna al País Vasco, por ejemplo sus noticias sobre el ambiente universitario de Bélgica en el 69, impertérrito incluso a la muerte de Rikardo Arregi.

[40]Por ejemplo, nosotros seguimos pensando que el "chomskysmo" de Etxeberri el de Sara está ya de alguna manera evocado en este libro de Mitxelena. Cosa que, si partimos de Huarte de San Juan, no debería sorprendernos. Claro que para sospechar el racionalismo de Huarte de San Juan nos lo han tenido que contar otros, sino no nos lo habríamos creído. cf. Noam Chomsky; Lingüística Cartesiana, Madrid, Gredos, 3ª reimpresión 1984.

[41]Por ejemplo, sobre Pedro Ignacio de Barrutia, la enciclopedia Lur, publicada en 1994, no aporta absolutamente ningún dato más, ni siquiera el orden. Este artículo, para decirlo claramente, es una fiel traducción, es decir, un plagio del librito de Michelena, recordemos que escrito hace la friolera de 35 años.

[42]«La importancia de este dialecto radica a mi modo de ver, no en su mayor pureza, ni en la abundancia de su léxico ni en que cuenta con más copia de viejos documentos, sino que valiéndonos de él nos entendemos en general los vascos de diversas comarcas mejor que mediante cualquier otro dialecto; siendo además, como dije en la Introducción al Prontuario de la Lengua Vasca, dialecto geográfica y lingüísticamente central. Reúne además a su favor la circunstancia de ser algo más fácil su aprendizaje, gracias a estar literariamente casi del todo unificado.» R.M. Azkue; "Observaciones acerca de la obra «Langue Basque et Langues Finnoises» del P.L.L.B." in Euskera (1927, 29) de Rosa Miren Pagola; Dialektologiaren Atarian (Euskal Dialektologiaren historiara hurbilketa), Bilbao, Gero, 1991 pág. 178

[43]«La Academia, por iniciativa probablemente de Azkue sobre todo, inició una encuesta extensa, no muy distinta en apariencia de lo que es usual en trabajos modernos de geografía lingüística, y cuyos resultados, con alguna excepción, se fueron publicando, aunque en muy concisa síntesis, en Euskera, órgano de la Academia, a partir del vol. 6 (1925).

«Para ello se imprimió, primero, un Triple cuestionario (Erizkizundi irukoitza), Bilbao, s. a., en forma de cuaderno, dividido en tres partes: cuestionario fonético, morfológico y lexicográfico. El cuaderno, del que sólo se conservan pocos ejemplares libres de anotaciones, lleva en la cubierta espacios destinados a consignar el nombre y datos personales del informador, además del nombre del colaborador de la Academia que hizo la recogida. Los cuestionarios van precedidos de una observaciones e instrucciones («Euskaltzainai» y «Eusklatzainen urgazle ta lankideai»), redactados por el mismo Azkue.

«Si el fruto de esta encuesta no ha sido mayor en el campo de la geografía lingüística vasca, ello se debe sobre todo a dos causas. A la finalidad, en primer lugar, ya que el cuestionario se elaboró con destino a una especie de plebiscito o referéndum: con el fin de buscar un apoyo para las decisiones que habría de tomar la Academia en orden a la unificación de la lengua escrita, se había pensado que estas decisiones habían de prohijar aquellas variantes que tuvieran a su favor el voto (no ponderado: Biriatu eta Donostia, bardin laketgia) de la mayoría de las localidades consultadas. Por esta razón, figuran entre las preguntas bastantes cuyo interés para la geografía lingüística es muy limitado, al paso que muchas otras de primera importancia desde este punto de vista no fueron tenidas en cuenta.

Luis Michelena; "Encuestas lingüísticas en el País Vasco" in Sobre historia de la lengua vasca, t.I, Donostia, Anejos del Anuario del Seminario de Filología Vasca «Julio de Urquijo» 10, pág. 326.; de Euskera XXVI (2ª época), 1981-1, pp. 133-146.

[44]Tomamos este término del mundo del alpinismo, porque significa exactamente lo que queremos decir: el sistema es impracticable como lo puede ser una pared para un escalador.

[45]Alfonso Irigoyen; En torno a la evolución y desarrollo del sistema verbal vasco. 1985.

[46]Joseba Andoni Lakarra;"Bizkaiera zaharreko ablatiboaz" in ASJU XVIII-1, pp. 163-193.

[47](Francisco Altuna; Versificación de Dechepare. Métrica y pronunciación.

[48](Juan Mari Lekuona; Euskal Ahozko Literatura.)

[49]Por ejemplo, Altuna cree que en "goalardonak frangoki" hay una semivocal gutural central, algo parecido a [gwa] pero con 'o'; no lo negamos, sólo que nos parece más fácil determinarlo atendiendo a las grafías navarras de "coasas" quasas" "quoasas", etc, es decir, que probablemente esa 'o' no se pronunciase, o por lo menos el estudio sobre la posible realización debería ir ligado a las investigaciones del romance navarro, no a la grafía empleada por Leizarraga.

[50]Sobre esto, para centrarlo más certeramente de lo que nosotros hemos hecho, un estudio ineludible es el de Tere Irastorza; "Oihenarten poemagintza" in Hegats-7, Abendua 1992. pp. 17-33.

[51]Luis Enrique Rodríguez, San Pedro Bezares; La Universidad salmantina del Barroco, periodo 1598-1625

[52]«En 1657 Oihenart publicó en París un pequeño volumen en 8º que comprendía en su primera parte sus Atsotizac edo Refraüac y que contiene 537 refranes o dichos, y en su segunda Oihenarten gastaroa neurthizetan (la juventud de Oihénart en verso), con sus poemas de juventud y algunos otros de su época madura» Ricardo Cierbide; "Introducción" in Arnaud d'Oihenart; Notitia utriusque Vasconiae, tum Ibericae, tum Aquitanicae...; estudio preliminar de Reciardo Cierbide; traducción del latín de Javier Gorosterrazu. Vitoria-Gasteiz: Eusko Legebiltzarra, 1992. pág. 24

[53]Juan José Lanz; "El concepto de generación y la generación poética española de 1968" in La llama en el laberinto. Poesía y poética en la generación del 68 Mérida, Editora Regional de Extremadura, pp. 15-33.

[54]Jon Juaristi; "La gnosis renacentista del euskera" in Ricardo Gómez-Joseba A. Lakarra (arg.) Euskalaritzaren Historiaz-I: XVI-XIX mendeak, Anuario del Seminario de Filología Vasca «Julio de Urquijo». Gehigarriak, XV, Donostia, Gipuzkoako Foru Aldundia, 1992. pp. 129-172.

[55]Esta homogeneización podría haber sido útil a la hora de la unificación; estamos hablando de los distintos catecismos que aparecen por zonas subdialectales, y que por lo tanto se basan en normas, y no exclusivamente en hablas.

[56]Desde luego, al preguntarnos por qué el Diccionario trilingüe del P. Larramendi tiene las entradas exclusivamente en castellano, la respuesta fácil es pensar en la apologética, y la difícil creer que Larramendi estaba pensando en la traducción al euskera de libros impresos en otras lenguas, de ahí sus neologismos derivativos, paralelos a los diccionarios actuales. Cf. Ibon Sarasola; "Larramendiren eraginaz eta" in Anuario del Seminario «Julio de Urquijo»-XX-1 203 y ss. 1986. y Joseba Andoni Lakarra; "Larramendiren Hiztegigintzaren inguruan" in Anuario del Seminario «Julio de Urquijo» XIX-1 (1985) 11-47.

[57]Es interesante analizar la primera época de Anaitasuna, aunque corresponda a un periodo muy posterior al que ahora estamos tratando; el empeño puesto en demostrar la catolicidad del Pueblo Vasco sigue paralelo al que podríamos denominar primer momento sociológico predesarrollista; se traen datos para atestiguar la asistencia a los oficios cúlticos de la población bilbaína ─recordemos la presión ideológica que las clases sociales más sencillas sufren en aquella época con las vociferadas "misiones" de la época franquista─, y se concluye que Bilbao es una de las ciudades más devotas del planeta. Creo que de aquí podemos deducir el último empeño hacia la unificación llevado a cabo por el clero, muy al estilo de la España de los Reyes Católicos.

[58]Todavía hace poco alguien ha pretendido demostrar que el Pueblo Vasco tiene su origen en el caserío. Yo me pregunto, si existen cartas latinas comerciales del s. XIII escritas por bermeanos en la Binlioteca Nacional de Londres, y los primeros asentamientos humanos están, casi siempre y en todo el mundo, situados en la costa y en vertientes de ríos, de Santimamiñe a Bermeo hay escasos kilómetros, ¿a qué responde ese afán ruralista?


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