Gora Al Qaeda!
Gara: 2006/02/17
A la vera de esta muy noble y muy leal villa de Lesaka ¡qué cachondos!, en el pueblo donde el abril pega como sol de marzo, allá donde el alcalde es proscrito y Kotto un difunto más, los millones de francos franceses de antaño que son hoy millones de euros propiedad casi exclusiva de dos familias, nublan de tal manera la visión de las cosas que, paso, me tiro al barro, y cambio a Martiko y Beola por Bin Laden y Mahoma. ¡Total!Š
Estos días, la cólera musulmana arde según prenden las embajadas y negocios occidentales ante los gritos al cielo de los cristianos, más dados a adorar al dinero que a Jesucristo, que me han contado tenía por afición jugar al mus en pelotas mientras comía lo que cagaba. Con Judas Iscariote, a veces se la pelaban uno al otro y... Muchas cosas sé sobre «el jesús» de Nazaret, que era un chorizo de poca monta y de monta a mucha monja, entre otras cosas. Esta información, evidentemente, proviene del dibujante de muertos vivientes ese, un capullo norteuropeo que las lía pardas; su última obra le ha hecho famoso pero yo le conocía hace ya mucho tiempo, pues nos contamos intimidades ajenas mutuamente desde que las nuestras nos son patéticamente aburridas. Actitud de moda, por cierto, pero a lo que voy, voy.
Cierta vez, el autor de los dibujitos de Mahoma armado y cual Bin Laden ataviado, me contó que hace unos años, Aita Barandiaran realizó el pedido de varios consoladores anales a un sex-shop por correo, aunque sobre la utilidad que a ellos les dio nada me dijo. También me habló de las aficiones secretas de Txirrita, no sé qué con perros y ovejas y... También me habló de Sabino Arana, que era maricón, según palabras textuales suyas, y que practicaba sexo con su padre cuando no estaba borracho perdido. Pero parece ser que el dibujante danés, el que me cuenta a mí estas cosas, tiene conocimientos varios sobre la historia navarra, vasca, y añadió en sus relatos ciertos datos, no sé si reales o falsos, sobre otros muertos, que en aras de defender la libertad de expresión, aquí mentaré junto a sus aficiones, siempre basándome en la información aportada por el danés que ahora se hace el sueco.
Recuerdo lo que decía de Ignacio de Loyola, que era un zoófilo hasta la médula, de su obsesión con los toros, o más concretamente de su obsesión por mantener relaciones sexuales con un toro en una plaza a rebosar. También guardo grato recuerdo de lo que contaba en relación a Unamuno, aquel antieuskara que, por lo que decía el danés, hablaba euskara y además el de Lekeitio, cada vez que se ponía hasta las cartolas de LSD, semen y champán. Y ¡buah!, ¡las que me contó! Pero éstas me las reservo para masturbarme solo en casa, ya que ni siquiera yo quedo exento de las garras censuradoras. Libertad de expresión, ¿no? He aquí ejercida la mía, hijosdeputa, demócratas de mierda, ¡asesinos! ¿A que no os hace ni puta gracia? A mí, menos. -
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