ABCko super-detektibeak
Duela zenbait hilabete honako berri hau bidali zidaten e-mailez. ABCko kazetariek Donostiako Herriko Tabernetan egindako "ikerketa" bati buruzko erreportaia da berau. Bertan taberna hauei "Rico Taberna" deitzen die.
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MADRID. La calle Juan de Bilbao, en el centro de la parte vieja donostiarra,
ha sido tradicional feudo de los proetarras. Y lo sigue
siendo. La «Herria», situada en el número
14, recibe a partir de las siete de la tarde a su clientela más fiel:
«jarraitxus» de ambos sexos de entre 20 y 30 años. Pronto el local se llena,
sobre todo en fin de semana, y hacia las diez alcanza su máxima afluencia.
Entre los «jarraitxus» a veces se cuela gente madura, probablemente padres de etarras
en prisión.
En la barra se exhiben las fotos, en color,
de una decena de presos de ETA; entre ellos, Ignacio de Juana Chaos,
sanguinario pistolero del «comando Madrid»; Xabier Alberdi, el secretario del
grupo de concejales de HB en San Sebastián que acabó con la vida de cinco personas;
Valentín Lasarte, otro asesino en serie, y Mikel Arretxe. De una de las paredes
del local cuelga un cuadro de la bahía de La Concha con los rostros de más
etarras. Uno de ellos parece ser Antxon Tolosa, muerto en el monte Urgull el 13
de julio de 1983 al estallarle el artefacto que manipulaba. También en la
barra, los responsables de la «herriko» han colocado cuatro huchas, de
diferentes colores, como si se tratara de códigos para indicar causas distintas.
Los responsables antiterroristas calculan que por este procedimiento las
«herriko tabernas» obtienen importantes sumas de dinero negro, que lo mueven en
una economía sumergida.
«Riko tabernas»
Al fondo de la barra están expuestos los
«souvenirs». Mecheros con diferentes lemas inscritos: «JotaKe»,
«Independentzia», «Euskal Presoak Euskal Herria», «Askatasuna ilegalizada»...
Pañuelos de cabeza con el anagrama de las Gestoras pro Amnistía»; pitilleras,
monederos o bolsos con leyendas similares. Se exponen, también, ikurriñas y banderas
de Batasuna con el fondo amarillo, a tres euros. «¿Me das un pañuelo de esos y
tres mecheros?». La mujer de pelo rojo encargada de la barra accede a ello.
Todo, incluyendo un bocadillo y el vino, es alrededor de doce euros. Pero ningún
recibo ni factura. «¿Cómo entonces se declaran los beneficios? ¿Quién controla
la caja? ¿De qué medios dispone la autoridad judicial para controlar la
administración de las «herrikos» no clausuradas?
Expertos antiterroristas están convencidos
de que la «caja» diaria de estas «herriko» nada tiene que envidiar a la de
cualquiera de los bares típicos de la parte vieja donostiarra. «Habría que
llamarlas las «riko tabernas»», aseguran con ironía. Además de las puertas correspondientes
a la cocina, los servicios (komuna) y el almacén, hay una cuarta, en la pared
situada enfrente de la barra, que no se abre. La puerta esconde una habitación
que ha acogido, y sigue acogiendo, reuniones de diferentes dirigentes de KAS.
Probablemente allí se ocultaría el material para la confección de artefactos
caseros incautado en este local en
tiempos no lejanos. En la pared situada frente a la puerta de entrada se exhibe
un amplio cartel de Segi, la trama juvenil ilegalizada.
En la «Herria» se distribuye el boletín
«Alde Zaharra» (Parte Vieja), al precio de 51 céntimos. En el número
correspondiente a abril la portada repasa los resultados electorales con
protagonismo para EHAK.
El boletín da por hecha la «absorción», ya
que en el cuadro en el que se comparan los resultados de ahora con los
anteriores comicios autonómicos, en la casilla que en 2001 correspondía a EH,
en la de 2005 se la otorgan a EHAK. En cambio, cuando se trata de Aralar, se indica
en el apartado de 2001 que esta formación no se presentó entonces.
Cerca, en el edificio de enfrente, está la
«Arrano Beltza», otra «clásica», aunque ésta permanece clausurada. Contiguo
hay, sin embargo, un almacén con más «souvenirs» de Batasuna. ¿Quiénes son los
proveedores de tanto material? ¿Dónde están? ¿Hay talleres clandestinos?
Demasiados interrogantes.
En la misma calle está el bar «Belfast». No
aparece en el «censo oficial» de «herriko tabernas». Pero en su interior se
despliega una escenografía que en nada les tiene que envidiar: lemas a favor de
la independencia y del hermanamiento «Irlanda-Euskadi». Algunos de los clientes
acaban de estar en «Herria». Y, muy cerca, el bar «Aurresku», incluido en una
lista de «tabernas» recomendadas por Ikasle Abertzaleak (el sindicato de los estudiantes
batasunos). Las fotografías de presos de ETA, la hucha con la inscripción
«amnistía» o un cartel que anuncia un campeonato de fútbol, el II Memorial
Olaia Castresana, la etarra que se suicidó en la prisión de La Santé,delatan
algo más que complicidad con la trama etarra. Demasiado corta, la calle Juan de
Bilbao, para albergar tanto «herriko», «sucia» o «blanca».
Rifa
y «souvenirs»
En la calle del Ángel, también en la parte
vieja donostiarra, cerca del portalón por el que se accede al muelle, está el
bar «Arrano».. La hucha con la inscripción «amnistía» desvela también la
conexión. «¿Ese papel en el que pone «mariskada» es para una rifa?». «Sí». «¿Me
das uno?» «No, es para la gente de la casa», responde la mujer de la barra,
desconfiada. Papeletas como esa, de color rosa, había también en la «Herria».
«Marrumba», en el número 12 de la calle
Nueva, en el barrio de
Gros, parece ser una de las más «cañeras»
en el universo de las «herrikos». Salvo excepciones, predominan los
«jarraitxus». De nuevo, sobre la barra del bar, las fotografías de una decena
de presos. En esta, sin embargo, no está la de De Juana Chaos, pero sí, como añadido,
Iñaki Kañas Cartón, del «comando» «Ipar Haizea». Hay desplegada también una
pancarta en favor del reagrupamiento de los presos etarras en el País Vasco. La
máquina de tabaco la han convertido en un panel para insertar consignas. Por
ejemplo, la que advierte de que «Gure borroka zuren miseria» (Nuestra lucha es
vuestra miseria). Aparece la cabecera de un periódico con la palabra «apuntatu».
Al otro lado de la entrada hay unas
vitrinas donde se exhiben «souvenirs»: chubasqueros con las palabras «amnistía»
y «Askatasuna», a un precio de unos 45 euros; sudaderas por 35 euros. «¿Tienes chubasqueros
de mi talla?». El «jarraitxu» encargado de la barra, con sus dos pendientes
clásicos -en el mundo de la «borroka» parecen ser la etiqueta de calidad, el
denominado «label vasco»-, responde, simpático, que sí y se apresura a coger
uno del interior de un cajón. De nuevo, ningún recibo que acredite el precio. Sobre la barra se han colocado hasta cinco
huchas, todas ellas encadenadas a uno de los grifos que suministran las cañas
de cerveza. Como en «Herria», son de distintos colores, aunque en una aparece
inscrito «amnistía», y en otra, «gaztea» (juventud). Al fondo del local hay un
pasillo. A la izquierda, la «komuna». A la derecha, el almacén. Y al fondo, una
puerta que permanece cerrada hasta que, al cabo de un tiempo, se abre y de la
habitación sale un grupo de seis «jarraitxus». Después,algunos más, que pasan
de largo en dirección a la calle.
Un
«buzón humano» en la barra
El «jarraitxu» de la barra parece haberse
logrado la confianza de muchos de los que frecuentan la «herriko». A lo largo
de la tardenoche varias personas se acercan al local para depositarle en mano
sobres correctamente cerrados que después él entrega a sus destinatarios, sin apenas
intercambiar palabra. Un hombre, algo maduro, entra acompañado de tres jóvenes
con los que habla en voz baja. Parece explicarles algo que los tres Se advierte
movimiento. Al cabo de unos minutos, otro joven entra y entrega al «jarraitxu»
de la barra carteles en blanco y negro alusivos a Irlanda. En este caso sí le
da alguna explicación y el camarero, auténtico «buzón» humano», los guarda
entre varias carpetas depositadas al fondo de la barra.
Se acercan las diez de la noche y el
responsable echa el cierre y apaga varias luces. Los dos grupos de jóvenes que
en ese momento están en la barra, uno en cada extremo, y que, sin duda, se
conocen, comienzan a cruzarse gritos en euskera. Parecen de ánimo, arengas. Uno
de ellos se desata. ¿Se estarán conjurando para algo? Luego, se tranquilizan, y
de nuevo se abre la puerta de acceso.
«Ilunbe», en el número 19 de la plaza de
Ferrerías, en el barrio donostiarra de Amara Nuevo, es otra «clásica». En una
de sus paredes sigue desplegado un cartel de gran tamaño del Partido Comunista
de las Tierras Vascas. Y, cómo no, sobre la barra hay varias huchas para la
causa. La escenografía se repite en otras «herrikos», como «Antiguotarrak»,
«Zulo Zahar», «Txalaka»... Por el contrario, «Haritza», en la calle Salud, en
Amara Viejo, está clausurada. Alguien ha escrito en la persiana «Aurrera»
(Adelante).
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