Autodefensa: defensa contra uno mismo
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Autodefensa: defensa contra uno mismo
por Lynn Seiser
Recientemente, en un seminario en el Westminster Aikikai Dojo en
California, el editor y empresario Stan Pranin, resaltó varios puntos de
interés. Él enfatizó que la autodefensa era la defensa de la vida, de la
libertad y de la propiedad. Preguntó también ¿cuáles serían las probabilidades
que fuéramos atacados por un karateka entrenado? Muy pocas o ninguna. Así,
continuó con otra pregunta: ¿Cuáles son las mayores amenazas a nuestras vidas,
libertades y propiedades? Respondí las tres preguntas de la misma forma. La
mayor amenaza a mi vida, mi libertad y mi propiedad es mi propia estupidez.
Pranin Sensei apuntó que la mayor amenaza a nuestra vida es no tomar cuidado de
nuestra salud, la mayor amenaza a nuestra propiedad era no ser responsable
financieramente y pagar nuestras cuentas, y la mayor amenaza a nuestra libertad
era la de efectuar actos ilegales que nos harán aterrizar en la cárcel.
O-Sensei creía que la verdadera victoria era sobre uno mismo, no sobre
otros, y que el Aikido podría proveer un sentido o cura para un mundo en caos,
confuso y conflictivo. Quizás, lo que él quiso decir era que había que utilizar
el entrenamiento del Aikido como una herramienta para sobrepasar nuestro propio
centro de ignorancia. Uno de los elementos o conceptos del Aikido que me gusta
es el de movernos antes que resistir e intentar mover o cambiar a la otra
persona. Enfocándonos en nuestro propio movimiento, la otra persona puede
elegir seguirnos o separarse a su propia voluntad.
Nosotros mismos somos nuestros peores enemigos. Ésta es una expresión común
y una igualmente común realidad. Como consejero y psicoterapeuta, puedo
testificar que muchas personas se tratan a sí mismos mucho peor que a los demás,
especialmente a las personas de las que están a cargo. Yo creo que esto es algo
bueno. Por supuesto, hay personas que piensan que todo gira en torno a ellos y
se tratan a sí mismos de la mejor forma, mientras que otras personas están sólo
en sus pensamientos secundarios. Estas personas merecen nuestro entendimiento y
compasión a manera de evitar entrar a cualquier relación o negocios con ellos.
Ellos merecen nuestra compasión debido a que usualmente terminan solas e
infelices. Mayormente, me siento satisfecho de que no hagamos a otros lo que no
nos hacemos a nosotros mismos. De hecho, si nos tratamos a nosotros mismos tan
bien como tratamos a nuestros seres queridos y amigos, podríamos estar mucho
mejor.
Una de las primeras cosas que aprendemos en Aikido es a relajar el cuerpo y
calmar la mente. Para obtener lo mejor de nuestro entrenamiento, no negamos el
ataque del uke y tampoco le decimos cómo debería atacar. El camino Aiki es el
de recibir el ataque, aceptarlo y mezclarse con él. Nosotros lo redireccionamos
antes que resistirlo. Recibimos en equilibrio con finura en lugar de hacerlo
con fuerza. Intentamos controlar la situación y no hacer ningún daño.
¿Como nos defendemos contra nosotros mismos? Einstein dijo que el tipo de
pensamiento que crea un problema no es el tipo de pensamiento que lo soluciona.
Muchas veces, nuestro peor enemigo es una creencia en la escasez. Creemos que
no somos suficientemente ricos, suficientemente poderosos, suficientemente
atractivos o bellos, suficientemente inteligentes, y ciertamente no hay suficiente
tiempo así que queremos todo ahora mismo. Todo esto refleja prejuicios. Todo
esto nos dirige a la ansiedad y a la depresión. Nuestra mente aparece como
nuestro peor enemigo. Si identificamos con la mente el pensamiento que así es
como somos, ése será el camino de la realidad. Cuando aceptamos y mezclamos
estos pensamientos, nos colocamos fuera de ellos y veremos que simplemente
aprendemos de ellos mientras dure el viaje. Quizás aprenderemos de personas y
de la sociedad lo que realmente creen, pero esas creencias usualmente no
proporciona mucha dicha. Si aceptamos que los pensamientos negatibos no son sino
pensamientos aprendidos, comenzaremos a quitarles importancia. Redireccionar
nos permite cambiar nuestras mentes.
Si tu mente fuera tu compañero de entrenamiento en el Dojo, aceptarías su
intención positivamente. Practicarías el entrar y mezclarte con ella. Comenzarías
a desequilibrarla y redireccionarla. La controlarías gentilmente. Si algo no funciona,
en lugar de resistirnos y ponernos nervioso, quizás seria más fácil simplemente
aprender de nuestros errores y volver a elegir el camino correcto.
Aikido es un arte marcial, y los demonios reales que enfrentamos y contra
los que luchamos son el propio autojuzgamiento y el autocastigo. Quizás la mejor
defensa propia sea la propia autoaceptación. Autoaceptación significa aceptar
la responsabilidad total y el control de quienes somos y las consecuencias de
las elecciones que realizamos.
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