LA PATATA QUE HUÍA DE LA CAZUELA
Había una vez una patata que era como nosotros, los humanos, porque tenía los cinco sentidos. Se llamaba Poti Patiti. Vivía muy-muy triste porque nadie le hacia caso, ella era la única patata que tenía vida, por lo menos que ella supiese. Poti Patiti pensaba que cuando lograra salir de ese lugar frió y oscuro, conocería a alguien que iba a ser su amiga o amigo. Después de cinco meses salió de debajo de la tierra y por fin conoció el sol y la luz. Un día un señor enorme la cogió. Ella pensó que no era muy agradable para ser su amigo. Cuando se hizo de noche hacía mucho frió, igual que debajo de la tierra. Por lo menos donde estaba ella, abandonada en el campo. Miró arriba y vio algo redondo, no sabía lo que era, era una forma redonda, blanca o de color plata. De repente escuchó: - Mira que luna tan bonita. – era la voz de la persona que le sacó de la tierra. Le estaba hablando a una chica. Pero la chica no era como ella, la patata, era mucho más grande no era gorda o ovalada, redonda, era alta y delgada, parecía un palo. Entonces pensó ensimismada: ¿quien será ella o que seré yo? Esa misma noche el chico cogió la patata y la pasó a un cesto. Luego metió el cesto en una casa. Allí estaba más calentita, al lado de la chimenea. En ese momento la chica cogió unas patatas como ella y las puso en una cazuela. Entonces sintió miedo y cuando los dos se fueron a la cama ella se escapó del cesto. Pero no sabia salir de la casa: la puerta estaba cerrada y también las ventanas. Miró a su alrededor pero no vio ningún agujero. En ese instante pasó una rata corriendo y Poti Patiti se asusto. La rata se escapó por la chimenea, bueno eso es lo que ella vio. Entonces fue dando saltos hacia la chimenea, pensando que iba a salir en un instante pero cuando se acercó miró para arriba y se puso nerviosa, porque no sabía como salir. No llegaba saltando. Bajo del escalón y miro alrededor. Necesitaba algo para subir. Vio el reloj. Eran las dos de la mañana pero por supuesto ella no lo sabía. Entonces se acordó del cesto. A su lado había un cable e intento atarlo pero no podía porque no tenía brazos. Pensó y pensó y se le ocurrió una idea: hacer un ascensor… pero ¿cómo hacerlo? Llevaba mucho tiempo pensando cuando, de pronto, tocaron las tres en el reloj. Poti Patiti se asustó y se cayó al cubo que estaba junto a la fregadera. Saltó otra vez y logró salir del cubo. Así se le ocurrió como salir de la casa: si llevaba el cubo a la chimenea podría usarlo como ascensor, pero ¿cómo subir el cubo? En ese instante miró para arriba y vio un enganche. Pensó que podía colgarlo allí, pero ¿cómo? Cuando estaba pensando vino la rata y se asustó otra vez pero no se mareó aunque casi-casi. La rata le ayudó a hacer un nudo en el cubo, pero le dijo: - Si te ayudo me tienes que prometer que me dejarás ir contigo al campo.- pidió la rata. - Vale, te ayudaré a salir de aquí- le contestó nuestra patata Poti Patiti. Las dos juntas lograron atar el cable al cubo. En ese momento tocaron nuevamente las campanas del reloj: eran las cuatro y la patata se asustó por cuarta vez. La rata reía sin parar. Entonces le dijo: - No te rías, no es gracioso – le dijo la patata enfadada con la rata. - Vale, vale- le contestó la rata aguantando la risa. Pronto se dieron cuenta que no podían subir. Entonces la rata tuvo una idea: - Podemos lanzar el cable hasta arriba, luego yo treparé por el cable y después yo te subiré tirando- le dijo la rata a la patata. - Por mi vale.-le dijo la patata. Decir y hacer. Lo hicieron como lo pensaron. La rata empezó a subir por el cable. Mientras, la patata le animaba. Pero de pronto el cubo comenzó a volcarse por el peso de la patata. Esta le dijo a la rata que no se preocupase que ella se quedaría abajo. Le dijo: - Rata, sigue tú subiendo-. La rata se quedó colgando en un clavó de la chimenea, pero finalmente, escalando, logró subirse hasta arriba. La patata mientras, desde abajo, le chilló a la rata que se fuese por que ella no podía subir ni tirar el cable. Entonces la rata le dijo que le esperaría en la puerta de la granja. La patata le chillo: - ¡Vale, hasta mañana!, intentaré salir por la puerta.-le dijo la patata. - Adiós- le contesto la rata. Al día siguiente cuando las personas de la casa se levantaron abrieron la puerta para ver que temperatura hacía y la patata aprovechó para escapar. La rata estaba allí esperándola. Cuando la rata vio a su amiga la patata empezó a saltar de alegría. De allí en adelante la rata tuvo una amiga y juntas se fueron a conocer nuevos lugares. A partir de entonces la patata ya no estuvo triste nunca más. No sintió frío y no tuvo miedo a la oscuridad. Había una vez una patata que era como nosotros, los humanos, porque tenía los cinco sentidos. Se llamaba Poti Patiti. Vivía muy-muy triste porque nadie le hacia caso, ella era la única patata que tenía vida, por lo menos que ella supiese. Poti Patiti pensaba que cuando lograra salir de ese lugar frió y oscuro, conocería a alguien que iba a ser su amiga o amigo. Después de cinco meses salió de debajo de la tierra y por fin conoció el sol y la luz. Un día un señor enorme la cogió. Ella pensó que no era muy agradable para ser su amigo. Cuando se hizo de noche hacía mucho frió, igual que debajo de la tierra. Por lo menos donde estaba ella, abandonada en el campo. Miró arriba y vio algo redondo, no sabía lo que era, era una forma redonda, blanca o de color plata. De repente escuchó: - Mira que luna tan bonita. – era la voz de la persona que le sacó de la tierra. Le estaba hablando a una chica. Pero la chica no era como ella, la patata, era mucho más grande no era gorda o ovalada, redonda, era alta y delgada, parecía un palo. Entonces pensó ensimismada: ¿quien será ella o que seré yo? Esa misma noche el chico cogió la patata y la pasó a un cesto. Luego metió el cesto en una casa. Allí estaba más calentita, al lado de la chimenea. En ese momento la chica cogió unas patatas como ella y las puso en una cazuela. Entonces sintió miedo y cuando los dos se fueron a la cama ella se escapó del cesto. Pero no sabia salir de la casa: la puerta estaba cerrada y también las ventanas. Miró a su alrededor pero no vio ningún agujero. En ese instante pasó una rata corriendo y Poti Patiti se asusto. La rata se escapó por la chimenea, bueno eso es lo que ella vio. Entonces fue dando saltos hacia la chimenea, pensando que iba a salir en un instante pero cuando se acercó miró para arriba y se puso nerviosa, porque no sabía como salir. No llegaba saltando. Bajo del escalón y miro alrededor. Necesitaba algo para subir. Vio el reloj. Eran las dos de la mañana pero por supuesto ella no lo sabía. Entonces se acordó del cesto. A su lado había un cable e intento atarlo pero no podía porque no tenía brazos. Pensó y pensó y se le ocurrió una idea: hacer un ascensor… pero ¿cómo hacerlo? Llevaba mucho tiempo pensando cuando, de pronto, tocaron las tres en el reloj. Poti Patiti se asustó y se cayó al cubo que estaba junto a la fregadera. Saltó otra vez y logró salir del cubo. Así se le ocurrió como salir de la casa: si llevaba el cubo a la chimenea podría usarlo como ascensor, pero ¿cómo subir el cubo? En ese instante miró para arriba y vio un enganche. Pensó que podía colgarlo allí, pero ¿cómo? Cuando estaba pensando vino la rata y se asustó otra vez pero no se mareó aunque casi-casi. La rata le ayudó a hacer un nudo en el cubo, pero le dijo: - Si te ayudo me tienes que prometer que me dejarás ir contigo al campo.- pidió la rata. - Vale, te ayudaré a salir de aquí- le contestó nuestra patata Poti Patiti. Las dos juntas lograron atar el cable al cubo. En ese momento tocaron nuevamente las campanas del reloj: eran las cuatro y la patata se asustó por cuarta vez. La rata reía sin parar. Entonces le dijo: - No te rías, no es gracioso – le dijo la patata enfadada con la rata. - Vale, vale- le contestó la rata aguantando la risa. Pronto se dieron cuenta que no podían subir. Entonces la rata tuvo una idea: - Podemos lanzar el cable hasta arriba, luego yo treparé por el cable y después yo te subiré tirando- le dijo la rata a la patata. - Por mi vale.-le dijo la patata. Decir y hacer. Lo hicieron como lo pensaron. La rata empezó a subir por el cable. Mientras, la patata le animaba. Pero de pronto el cubo comenzó a volcarse por el peso de la patata. Esta le dijo a la rata que no se preocupase que ella se quedaría abajo. Le dijo: - Rata, sigue tú subiendo-. La rata se quedó colgando en un clavó de la chimenea, pero finalmente, escalando, logró subirse hasta arriba. La patata mientras, desde abajo, le chilló a la rata que se fuese por que ella no podía subir ni tirar el cable. Entonces la rata le dijo que le esperaría en la puerta de la granja. La patata le chillo: - ¡Vale, hasta mañana!, intentaré salir por la puerta.-le dijo la patata. - Adiós- le contesto la rata. Al día siguiente cuando las personas de la casa se levantaron abrieron la puerta para ver que temperatura hacía y la patata aprovechó para escapar. La rata estaba allí esperándola. Cuando la rata vio a su amiga la patata empezó a saltar de alegría. De allí en adelante la rata tuvo una amiga y juntas se fueron a conocer nuevos lugares. A partir de entonces la patata ya no estuvo triste nunca más. No sintió frío y no tuvo miedo a la oscuridad.
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