El burro que quería ser modelo
Había una vez un burro muy presumido que siempre estaba pensando en su apariencia: se miraba en todos los espejos, probaba todos los perfumes que encontraba en los mercados... Vivía en una granja junto a otros animales, vacas, cerdos, gallinas, gallos, ovejas, conejos, perros… ¡Ah claro! y el granjero. El solía estar en un jardín con otros burros. Todos los burros se reían de él porque creían que tenía que ser como ellos, un burro de verdad: feo, sucio…todo lo contrario de lo que nuestro burro era. Pero él no les hacía caso, seguía a lo suyo. Un día llegó un visitante a la granja. Al pasar delante del burro éste pensó: viste como en mis sueños: pajarita, americana, pantalones de pana… Después el visitante entró en la granja para hablar con el granjero. Al cabo de una semana, cuando el granjero se acercó a darles la comida escucharon que cantaba: mañana me voy de vacaciones, me voy de vacaciones…Entonces los animales supieron que el visitante se quedaría a cargo de la granja durante un mes. Al día siguiente vino un taxi a recoger el granjero. Entonces nuestro burro tuvo la siguiente idea: cogeré las ropas de nuestro nuevo cuidador y me marcharé a Paris, la ciudad de la moda. Esa misma noche sin hacer ruido, o eso intento por lo menos, entró a la habitación donde él cuidador guardaba la ropa, la cogio y se la puso. Entonces comenzaron sus aventuras para llegar a Paris. Escapó de la granja cuando todavía era de noche y anduvo hasta llegar al puerto. Allí vio unas personas cargando un barco de mercancías. En ese instante se le ocurrió esconderse en una caja. Pensarlo y hacerlo, se metió en una caja. - ¡Uf justo, justo! ¡Casi me ven! – pensó. Bueno, el caso es que nuestro burro ya estaba en el barco. - ¡Qué mal huele aquí y qué mareo, de verdad! - se quejó el burro, ya sabéis que tiquismiquis era. Al día siguiente día se dio cuenta de que se había confundido: el barco acababa de llegar a Marruecos. En cualquier caso salió del barco y comenzó a andar. Al fin llegó a una ciudad donde podía cogér un avión. Pero antes de embarcar le pusieron dos pegas: - ¿Dónde tienes los papeles, el pasaporte, el carnet de identidad…? Ah y además eres un burro.- le dijo el encargado de la zona de facturación quejándose. - ¡Sacadle de aquí inmediatamente! ¡No permitimos burros!- gritó-. Y así es como le sacaron del aeropuerto. Nuestro burro se puso a pensar… Finalmente se le ocurrió ir en ala delta hasta Hendaya, para allí coger el tren rápido a Paris. Pero ahora el problema era como fabricarlo. - ¡Eureka!- chilló de pronto nuestro burro. - Creo que podré hacerlo con la americana y unos palos –pensó. Y puso manos a la obra. Metió un palo por una manga y siguió empujándolo hasta el otro extremo. Cogió otro palo y lo puso a lo largo. Luego se subió a una piedra y saltó. Así empezó a volar. Cuando estaba volando por encima de los mares y por debajo de todos los cielos iba viendo barcos, peces… Además, a lo lejos, vio el avión que iba a Paris. Todo era muy bonito desde arriba. La mañana siguiente empezó a llover. El viento soplaba fuerte y se desvió un poco. Tuvo que esforzarse mucho para que el viento no le llevase. Le costó pero, al final, llegó hasta Donostia. Después de descansar un poco sentado en un banco, empezó a caminar rumbo a Hendaya. Iba por los montes del País Vasco, disfrutando del paisaje, la verdad es que todo era muy bonito. También era ún lugar muy tranquilo: comparando con la zona en la que él vivía le pareció que allí no había nadie. Eso si, de vez en cuando tropezaba con algo de basura. El camino era largo, así que tuvo que parar a dormir en el bosque. Tenía mucho miedo: ¿y si saliese el lobo? -pensaba… Pero finalmente sólo vio ardillas y otros burros corrientes, esto es, feos y sucios. A la mañana siguiente llegó a Hendaya. Después de tanto tiempo… ¡estaba feliz! Fue a la estación de trenes y buscó el tren que iba a Paris. Por si acaso, como hizo en el barco, localizó un tren de mercancías de donde no podrían echarle. Finalmente, tuvo que coger el tren de mercancías claro. Iba rumbo a Paris. El tren iba muy deprisa ¡no creía que fuera tan rápido! Un día después llegó a Paris. Cuando bajó del tren no sabía donde ir. Se sentó en un banco. Después de tantos días viajando ahora ¿qué podía hacer? Ahí estaba nuestro burro pensativo y un poco triste. De pronto un desconocido se sentó a su lado. El burro se dio cuenta que le miraba con mucho interés. ¡Resultó ser un modelo que buscaba una mascota para desfilar! Nuestro burro no podía creer que por fin se estaba cumpliendo su sueño. El desconocido le pidió ser su mascota y el burro aceptó. El modelo le dijo que era perfecto porque ya tenía una ropa muy estilosa. ¡Nunca vio un burro tan especial! Finalmente fueron a su casa. El modelo le limpió un poco la ropa y le hizo un sitio para dormir. Al día siguiente el burro tuvo que madrugar, ¡que pereza! pero su sueño se iba a cumplir ¡ay! ¡Qué ilusión! -pensó. Nuestro burro salió a la pasarela y la verdad es que lo hacía muy bien. ¡Ah! no os lo he dicho, pero antes de salir a desfilar le peinaron, le maquillaron…y lo mejor era que le cambiaron de ropa unas diez veces y eso quería decir que tuvo que desfilar diez veces. El público estaba sorprendido con una mascota tan original y le aplaudían continuamente. Al terminar le sacaron fotos para una revista muy famosa, llamada “Super Moda” ¡y además salía en la portada! La revista llegaba a todo el mundo, incluso hasta su granja. Así todos sus amigos, aquellos burros sucios y feos se quedaron totalmente sorprendidos ¡no podían creerlo! Lo mejor fue cuando el granjero volvió de sus vacaciones y vio la revista. Entonces decidió despedir a quien había estado cuidando la granja, por dejar escapar a uno de sus animales: nuestro burro modelo El burro siguió desfilando y se convirtió en la mejor mascota modelo. Después de pelear tanto consiguió lo que quería. FÍN
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